Si un padre es “deportivo” ayudará a conseguir que su hijo, gracias a la actividad física:
- Ingrese en la sociedad entendiendo sus normas y reglas.
- Superar la timidez.
- Controla los impulsos nerviosos.
- Fomenta la colaboración y no la individualización.
- Reconoce y respeta a sus entrenadores, árbitros, compañeros y adversarios.
- Corrige defectos físicos o patologías.
- Estimula la higiene y la salud.
- Fomenta hábitos de vida saludables.
- Fomenta la adquisición de responsabilidad.
- Desarrolla la inteligencia motriz, las proporciones corporales y la inteligencia propioceptiva.
- Fomenta la solidaridad y sensación de equipo.
El hábito deportivo se construye día a día, y tan importante es el educando como el educador, y en esta tarea, educadores (cada uno en su rol) somos todos.