La Generación del 98

Teoría-Esquema-Actividades-Ideas


Teoría:

Introducción.

Está en crisis social, política y económica. Se pierden las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esto ocurre en el año 1898 que es de donde recibe el nombre.


Características.

España: sus tierras, historia y literatura.

El paisaje castellano, individualismo y subjetividad.

Sencillo y natural, pero con una expresión correcta. Renuevan la literatura y la modernizan.

La prosa.


Pío Baroja.

Nace en San Sebastián en 1872 y muere en Madrid en 1956. Estudió medicina pero se dedicó a la literatura. Fue un hombre solitario, independiente y sincero. Fue académico.

Su visión de la realidad española es amarga y pesimista por eso en sus obras critica el mundo y la sociedad en la que vive.

Las inquietudes de Shanti Andía, Camino de perfección, El árbol de la ciencia. Zalacaín el aventurero.

El naufragio del "Stella Maris" (Las inquietudes de Shanti Andía)
Una mañana de otoño, tendría yo entonces catorce o quince años, vino Recalde, antes de entrar en clase en la Escuela Náutica, y nos llamó a Zelayeta y a mí.

Una goleta acababa de encallar detrás del monte Izarra, cerca de las rocas de Frayburu.

Recalde el Bravo, padre de nuestro camarada Joshe Mari, y otro patrón, llamado Zurbelcha, habían salido en una trincadura para recoger a los náufragos. Decidimos Zelayeta, Recalde y yo no entrar en clase, y, corriendo, nos dirigimos por el monte Izarra hasta escalar su cumbre.

Hacía un tiempo oscuro, el cielo estaba plomizo, y una barra amoratada se destacaba en el horizonte; el viento soplaba con furia, llevando en sus ráfagas gotas de agua. Las masas densas de bruma volaban rápidamente por el aire. Tomamos el camino del borde mismo del acantilado; las olas batían allí abajo haciendo estremecerse el monte. La niebla iba ocultándolo todo, y el mar se divisaba a ratos con una pálida claridad que parecía irradiar de las aguas.

Contemplábamos atentos el telón gris de la bruma. De pronto, tras de un golpe furioso de viento, salió el sol, iluminando con una luz cadavérica el mar lleno de espuma y de color de barro.

Con aquella claridad de eclipse vimos entre las olas la lancha que intentaba acercarse a la goleta encallada.

-¿Es tu padre el que va de patrón?- le pregunté yo a Recalde.

-No, es Zurbelcha -me dijo él.

Zurbelcha, envuelto en el sudeste, encorvado hacia adelante, llevaba el remo que hacía de timón, era el práctico que conocía mejor la costa y los arrecifes.

Un movimiento a destiempo y la lancha se estrellaría entre las rocas. Zurbelcha tenía los nervios de acero, y una precisión de algo matemático.

Los remos se hundían y se levantaban rítmicamente; a veces los remos daban una pasada para atrás, con el objeto de no avanzar, sin duda esquivando alguna roca. Olas como montes y nubes de espuma ocultaban, durante algún tiempo, a aquellos valientes.

En la cubierta del barco encallado, dos hombres y una mujer accionaban y gritaban. El viento nos trajo sus voces.

La lancha se fue acercando al costado de la goleta, estuvo sólo un momento junto a ella, y se desasió violentamente del casco del buque perdido y se hundió entre las espumas. Los dos hombres y la mujer desaparecieron de la cubierta.

Creíamos que la trincadura había desaparecido en el mar. Esperamos con ansiedad, registrando el horizonte con la mirada. Allí estaban; los vimos entre la niebla. Zurbelcha seguía inclinado sobre su remo y la lancha avanzaba hacia el puerto.

Quedaba otra dificultad: el pasar la barra. Recalde, Zelayeta y yo llegamos a la punta del muelle en este momento. El atalayero, desde las rocas, fue dando instrucciones con la bocina a Zurbelcha, y la lancha pasó sin dificultad.

Poco después, los náufragos estaban en tierra firme. De los dos hombres, uno era alto, viejo, de sotabarba, vestido de negro, con gorra; el otro, pequeño y moreno. La mujer llevaba un niño en brazos.

Zapiain, el relojero y corredor de comercio, se entendió con ellos. Eran bretones, no hablaban más que su idioma y algo de francés.

La goleta se llamaba StelIa Maris, y era de la matrícula de Quimper. No pudieron explicar lo que había pasado con los demás marineros. Sin duda la tripulación del barco dándose cuenta del peligro antes que el capitán, se apoderó del bote, que chocó con algún arrecife y se fue a pique.


Azorín.

José Martínez Ruiz nació en Monóvar (Alicante) en 1873 y murió en 1967. Pasó la mayor parte de su vida en Madrid, dedicado a la literatura y al periodismo.

Sintió profundamente los problemas de España y se centró en Castilla: sus pueblos, sus hombres, su paisaje y su pasado. Su estilo se caracteriza por una elegante y primorosa sencillez: claro y sencillo además de poético. Escribió "La voluntad" y "Antonio Azorín".

Las puertas (Confesiones de un pequeño filósofo)
Ya os he hablado de las ventanas; ahora quiero que sepáis la emoción que en mí suscitan las puertas. Yo amo las cosas: esta inquietud por la esencia de las cosas que nos rodean ha dominado en mi vida. ¿Tienen alma las cosas? ¿Tienen alma los viejos muebles, los muros, los jardines, las ventanas, las puertas? Hoy mismo, sentado ante la mesa, con la pluma en la mano, he advertido que entraba en la pequeña biblioteca el mayoral de la labranza y me decía:

Esta noche las puertas han trabajado mucho...

Yo oigo estas palabras y pienso que, en efecto, esta noche pasada las puertas han trabajado reciamente. ¿Tienen alma las puertas? Un viento formidable hacía estremecer la casa; todas las puertas de las grandes salas vacías, las de las cámaras, las de los graneros, las de los corredores, las de los pequeños cuartos perdurablemente oscuros, todas, todas las puertas han lanzado sus voces en el misterio de la noche. Una puerta no es igual a otra nunca: fijaos bien. Cada una tiene su propia vida. Hablan con sus chirridos suaves o broncos; tienen sus cóleras que estallan en recios golpes; gimen y se expresan, en las largas noches del invierno, en las casas grandes y viejas, con sacudidas y pequeñas detonaciones, cuyo sentido no comprendemos.

¿No os dice nada una de estas puertas llamadas surtidores, que dan paso de una alcoba ancha y sombría a un corredor sin muebles, con las paredes blancas? ¿Y esta otra dividida en pequeños cuarterones, que da paso a una vieja cámara campesina, con una pequeña ventana alambrada y con una leja en que hay un espejo roto y un cantarillo con miera? ¿Y esta otra con las maderas alabeadas, hinchadas por la humedad, carcomidas, que cierra un huertecillo abandonado, con parrales sombríos y hierbajos que crecen en las junturas de las losas, con un viejo árbol por cuyo seno verde tuerce el paso una hiedra, como en los versos de Garcilaso?

No hay dos puertas iguales: respetadlas todos. Yo siento una profunda veneración por ellas; porque sabed que hay un instante en nuestra vida, un instante único, supremo, en que detrás de una puerta que vamos a abrir está nuestra felicidad o nuestro infortunio...

Leja: Estante para poner cosas.
Miera: Aceite que se obtiene del fruto del enebro para uso medicinal.


Miguel de Unamuno.

Nació en Bilbao en 1864 y murió en Salamanca el año 1936. Fue catedrático y rector de la Universidad de Salamanca. Fue desterrado por sus ideas políticas.

La obra de Unamuno es una constante reflexión sobre la existencia, la muerte y Dios. Su estilo es pasional y con razonamientos desordenados. Utiliza con frecuencia muchos sinónimos como si una sola palabra no le bastara para expresar todo lo que lleva dentro. Escribió ensayos como "En torno al casticismo" y "El sentimiento trágico de la vida"; y novelas como "Amor y pedagogía", "San Manuel bueno, mártir" y "Niebla".

Himno a Castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo.

Tierra nervuda enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.

Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.

Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.

¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!


Antonio Machado.

Nació en Sevilla en 1875 y murió en un pueblecito del sur de Francia en 1939. Fue profesor de instituto en Soria, Baeza y Segovia. A causa de su espíritu liberal y republicano, poco antes de acabar la guerra tuvo que irse de España. Sus grandes aficiones fueron pasear y leer.

Su poesía gira en torno a la intimidad del poeta, el paisaje de Castilla y Andalucía y el amor a su mujer, Leonor, que murió al poco tiempo de casarse. Fue un gran poeta muy sensible y humano que escribió en verso "Soledades", "Campos de Castilla" y en prosa "Abel Martín", "Juan de Mairena".

Yo voy soñando
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
"la espina de una pasión;
"logré arrancármela un día:
"ya no siento el corazón"

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir;
"Aguda espina dorada,
"quien te pudiera sentir
"en el corazón clavada".

Ramón María del Valle Inclán. (Villanueva de Arosa, Pontevedra 1886 - Santiago de Compostela 1936)

También pertenece a esta Generación pero lo puedes estudiar en el tema sobre el Modernismo.


Esquema:

Introducción.

España.

Características.

Temas.

Intereses.

Estilo.

Género.

Pío Baroja.

Vida.

Temas.

Obras.

Azorín.

Vida.

Obra.

Unamuno.

Vida.

Obra.

Antonio Machado.

Vida.

Obra.


Arriba


Actividades:

1ª.- Lee con atención el texto y realiza las actividades que se te indican.

Yurrumendi (Las inquietudes de Shanti Andía) Pío Baroja
Era Yurrumendi un hombre enorme, con la espalda ancha, el abdomen abultado, las manos grandísimas, siempre metidas en los bolsillos de los pantalones y los pantalones a punto de caérsele; tan bajo se los ataba.
Tenía una hermosa cara noble, roja; el pelo blanco, patillas muy cortas y los ojos pequeños y brillantes. Era soltero, vivía solo, con una patrona vieja; fumaba mucho en pipa, andaba tambaleándose y llevaba un anillo de oro en la oreja.
Yurrumendi tenía una fantasía extraordinaria. Era el inventor de quimeras más grande que he conocido.
Respecto a la cueva que hay en el Izarra, frente a Frayburu, él no quería hablar y contar con detalles las mil cosas extraordinarias y sobrenaturales de que estaba llena; le bastaba con decir que un hombre, entrando en ella, salía, si es que salía, como loco. Tales cosas se presenciaban allí. Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales y los caballos de mar andaban como moscas, y que un gigante, con los ojos encarnados, tenía en la cueva una misteriosa morada.
Otra de las cosas más interesantes que algunos llegaban a ver en el mar, según Yurrumendi, era un buque fantasma, tripulado por un capitán holandés. Este perdido, borracho, blasfemador y cínico pirata anda, con un equipaje de canallas, haciendo fechorías por el mar. Si el maldito holandés se acerca al barco de uno, el vino se agria, el agua se enturbia, la carne se pudre. Si le envía a uno una carta, ya puede no leerla, porque se vuelve loco inmediatamente; tales absurdos y mentiras dice. Casi siempre al hablar de las piraterías y de las brutalidades de los barcos negreros. Yurrumendi solía recordar una canción en vascuence.
-¿Cómo era la canción? -le decíamos nosotros, aunque la sabíamos de memoria-. ¡Cántela usted!
Y el cantaba con su voz ronca de marino, formada por los fríos, las nieblas, el alcohol y el humo de la pipa:
-"Ateraquiyoc
Emanaquiyoc
Aurreo orri
Elduaquiyoc
Orra! Orra!
Itsastarra oh! oh!
Balesaquiyoc."
Lo que quería decir en castellano: "¡Sácale! ¡Dale! A ese de adelante, agárrale. Ahí está, ahí está, cuélgale, marinero, ¡oh! ¡oh! Puedes estar satisfecho."
Nadie cantaba esa canción como Yurrumendi; al oírla yo me figuraba una tripulación de piratas al abordaje, trepando por las escalas de un barco, con un cuchillo entre los dientes.
Para Zelayeta y para mí, los relatos de Yurrumendi fueron una revelación. Estábamos decididos; seríamos piratas y después de aventuras sin fin, de desvalijar navíos y bergantines y burlarnos de los cruceros ingleses; después de realizar el tesoro de las viejas onzas mejicanas y piedras preciosas, que tendríamos en una isla desierta, volveríamos a Lúzaro a contar, como Yurrumendi, nuestras hazañas.

1.a.- Completa los datos de la ficha que va debajo.

El texto pertenece a la obra

Su autor se llama

Se escribió en el siglo

Pertenece al movimiento literario

1.b.- Lee el texto las veces que consideres necesario para escribir el tema (Una oración que resuma el contenido del texto) y el resumen.

Tema:

Resumen:


2ª.- Escribe lo que significan las siguientes palabras que utiliza Yurrumendi.

Pirata Gigante

Unicornio Sirena


3ª.- Contesta a las preguntas siguientes.

a) ¿Qué es un cuento?

b) ¿Qué es una novela?

c) ¿A qué género literario pertenecen?

d) ¿Qué es una autobiografía?

e) ¿Qué es una biografía?

f) ¿Por qué son tan diferentes los
textos de las canciones en vasco y
en castellano?


4ª.- Describe a una persona de tu familia, a uno de tus amigos o amigas, a tu cantante, actor o actriz favorito o favorita... Recuerda que debes retratarlo en su aspecto físico y también en el psicológico. Se pueden inventar cosas. Puedes enviármelo por correo cuando esté perfecto.


Ideas:

Para estar seguro de que dominas el tema debes ser capaz de escribir todas las ideas del mismo. Si recuerdas el texto que explica cada idea es que ya has asimilado la lección.

Introducción.

Características.

Pío Baroja.

Azorín.

Miguel de Unamuno

Antonio Machado.

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