El Romanticismo

Teoría-Actividades


Teoría:

El Siglo XIX

El siglo XIX es uno de los más agitados de la historia española; la literatura no puede aislarse de los diversos movimientos políticos y sociales que se suceden uno tras otro. Sería difícil entender los diversos movimientos literarios de este siglo, si no tenemos en cuenta los acontecimientos políticos y sociales de la época.

Situación de España.
Acontecimientos político-sociales Movimientos literarios
  • Período absolutista.

- Al comenzar el siglo XIX, el emperador francés, Napoleón Bonaparte, invadió con su ejército nuestro país. Los españoles reaccionan y España se convierte en el escenario de una guerra, llamada guerra de la Independencia, que termina con la expulsión de los franceses.

- Durante la guerra se reunieron las Cortes de Cádiz y elaboraron la Constitución de 1812, que concedía mayores derechos y libertades para el pueblo. Esto ocasionó duros enfrentamientos entre los partidarios de la reforma, llamados liberales, y los partidarios de que no se aplicara la Constitución, llamados absolutistas. A la cabeza de estos últimos se encontraba el propio rey, Fernando VII, que gobernaba con un poder totalmente absoluto.

  • Restos del Neoclasicismo y Prerromanticismo.

- A finales del siglo XVIII aparece una reacción contra el Neoclasicismo que se manifiestan en:

· Expresión libre de los sentimientos del poeta.
· Preferencia por los temas exóticos.
· Libertad del autor frente a las rígidas normas que impone el Neoclasicismo.

- El Prerromanticismo español, es representado por autores que, aunque primero pertenecieron al Neoclasicismo, al final de su vida inician una tendencia hacia este movimiento. Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista son nombres importantes.

  • Período liberal.

- Después de la muerte de Fernando VII, los liberales se ponen de parte de su hija Isabel, enfrentándose a los que querían como rey a Carlos, hermano de Fernando VII. Éste era partidario del absolutismo. Los enfrentamientos entre estos dos nuevos sectores se llamaron guerras carlistas. En este tiempo son los liberales los que tienen el poder e intentan llevar a cabo grandes reformas en el país. La más importante es la reforma agraria y el saneamiento de la economía.

  • Romanticismo

- El triunfo del Romanticismo en España tiene lugar con el estreno de la obra teatral del Duque de Rivas, La conjuración de Venecia en 1834, y Don Álvaro o La fuerza del sino en 1835. Su apogeo fue muy corto entre 1835 y 1840.

- El Romanticismo se puede definir como un movimiento contra el Neoclasicismo, que da preferencia a los sentimientos.

  • Período revolucionario y Restauración.

- España se encuentra estancada a causa de las guerras carlistas y el progreso es nulo. Existe un descontento general entre los ciudadanos. El enfrentamiento constante entre los liberales y los conservadores crea inestabilidad política. En septiembre de 1868 se desencadena una revolución que pone fin al reinado de Isabel II.

- Durante esta época se producen grandes tensiones: la clase obrera convoca grandes huelgas. España ofrece un espectáculo deplorable a causa de los continuos enfrentamientos.

- La proclamación de Amadeo de Saboya como nuevo rey fracasa muy pronto al abandonar éste el país en 1873. Tampoco funciona la proclamación de la Primera República para calmar los enfrentamientos. La situación no cambió hasta 1874, en que se nombra al hijo de Isabel II, Alfonso XII, como rey de España; período conocido con el nombre de Restauración.

  • Realismo y Naturalismo.

- Frente al alejamiento de la realidad y subjetivismo romántico, surgen el Realismo y el Naturalismo.

· El Realismo se caracteriza por la rigurosa observación de la vida cotidiana.

· El Naturalismo es un movimiento derivado del anterior que pretende explicar científicamente el comportamiento del hombre.

  • El desastre

- Se cierra el siglo con un nuevo desastre. En 1898 se sublevan las colonias españolas de Cuba y Filipinas. Tras una penosa guerra, España pierde sus últimas posesiones en América.

  • Modernismo y Generación del 98.

- Son dos movimientos que reaccionan contra el Realismo y el Naturalismo. El primero se preocupa ante todo por el arte. El segundo pretende analizar las causas de la decadencia española y proponer soluciones a sus problemas.


El movimiento romántico

Este movimiento literario, que transcurre en la primera mitad del siglo XIX, se originó en Alemania e Inglaterra.
Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, los liberales que estaban exiliados regresaron con las ideas románticas que triunfarían en España.

Contra el racionalismo francés del siglo anterior, que sometía al arte a reglas rígidas, el escritor romántico reacciona, expresando sus sentimientos.

Las características más importantes son:


Técnicas literarias

Los románticos toman como modelos los más apartados de los clásicos: la literatura medieval, el Romancero, la Biblia, el pasado histórico...

Se revaloriza el romance, surgen nuevas estrofas y los poetas combinan a su gusto versos y estrofas.

Se mezcla la prosa con el verso, lo trágico con lo cómico y desaparece de la obra de teatro todo afán didáctico o moralizador. Sólo se pretende conmover al espectador, provocándole entusiasmo, terror, espanto, tristeza...


Temática del Romanticismo

El autor romántico, al hacer prevalecer los sentimientos sobre la razón, manifiesta libremente sus emociones más íntimas, dando prioridad a la melancolía y a la desesperación. La lírica será su género preferido.

El romántico considera el paisaje como un elemento muy importante en su obra. Prefiere una naturaleza que conecte con sus sentimientos tumultuosos; por eso buscan paisajes agrestes, noches tormentosas, mar tempestuoso, ambientes nocturnos y sepulcrales, ruinas de castillos medievales... La naturaleza participa de los propios sentimientos del poeta y se convierte en una compañera con la que se comunica.

Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán, que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrando en el cielo torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
con la razón me arranque la memoria...
¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!

Gustavo A. Bécquer

La poderosa imaginación del romántico choca con la realidad circundante. Como consecuencia de este choque, el poeta busca evasión en lo lejano. La Edad Media será fuente de inspiración para el arte y la literatura: renacen las leyendas medievales, los cuentos de hadas... Lo exótico se manifiesta en la atracción que sienten los románticos por la España musulmana y por la mitología nórdica, que sustituye a la mitología grecolatina.

La vuelta a una época lejana supone el resurgimiento de la cultura medieval. El Romancero y las leyendas épicas son fuente de inspiración para la poesía y el teatro.

Se idealiza el amor hasta el punto de considerar a la mujer como un ser que lleva a Dios. El amor es considerado como un principio divino.
A la par que esa mujer angelical, los románticos también ven a la mujer como un principio de perdición, como una fatalidad que destruye al hombre.

Canto a Teresa (José de Espronceda)
¡Ay!, aquella mujer, tan sólo aquélla,
tanto delirio a realizar alcanza,
y esa mujer tan cándida y tan bella,
es mentida ilusión de la esperanza
es el alma que vívida destella
su luz al mundo cuando en él se lanza,
y el mundo con su magia y galanura
es espejo no más de su hermosura.
Es el amor que al mismo amor adora,
el que creó las sílfides y ondinas,
la sacra ninfa que bordando mora
debajo de las aguas cristalinas;
es el amor que recordando llora
las arboledas del Edén divinas,
amor de allí arrancado, allí nacido,
que busca en vano aquí su bien perdido.
¡Oh llama santa! ¡Celestial anhelo!
¡Sentimiento purísimo! ¡Memoria
acaso triste de un perdido cielo,
quizá esperanza de futura gloria!
¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo!
¡Oh mujer, que en imagen ilusoria,
tan pura, tan feliz, tan placentera,
brindó el amor a mi ilusión primera!

La exaltación de la libertad del hombre frente a cualquier ley humana es un tema frecuente. El romántico siente una fuerte admiración por todos aquellos seres que están fuera de la ley (piratas, bandoleros, vagabundos), a los que considera como verdaderos símbolos de la libertad.

La canción del pirata ( José de Espronceda)
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar ríela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul;
-"Navega velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie puso leyes.
Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
Que es mi barco mi tesoro
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
A la voz de ¡barco viene!
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
Son mi música mejor
aquilones
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.

El teatro en el Romanticismo

El Romanticismo, con su imaginación, logra despertar el interés por el teatro al estrenarse en 1835 Don Álvaro, del Duque de Rivas. El mayor éxito del teatro romántico lo alcanzó la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, en 1844.

Ángel García de Saavedra nació en Córdoba en 1791 y murió en Madrid en 1865. Fue una figura importante en la política y la literatura de su tiempo. Estuvo exiliado en Inglaterra durante el reinado de Fernando VII. Al regresar a España ocupó varios cargos políticos y fue director de la Real Academia de la Lengua.

Escribió la obra Don Álvaro o la fuerza del sino, primer drama romántico que triunfó en España. En 1841 publicó sus Romances históricos, en los que recrea una serie de leyendas y personajes de nuestro pasado histórico. Utiliza un lenguaje sobrio y seguro con el que consigue descripciones exactas de personajes, atuendos y ambientes.

Un castellano leal (Fragmento)
"Soy, señor, vuestro vasallo,
vos sois mi rey en la tierra;
a vos ordenar os cumple
de mi vida y de mi hacienda.
Vuestro soy, vuestra mi casa,
de mí disponed y de ella,
pero no toquéis mi honra,
y respetad mi conciencia.
Mi casa Borbón ocupe
puesto que es voluntad vuestra;
contamine sus paredes,
sus blasones envilezca,
que a mí me sobra en Toledo
donde vivir, sin que tenga
que rozarme con traidores
cuyo solo aliento infesta.
Y en cuanto él deje mi casa,
antes de tornar yo a ella,
purificaré con fuego
sus paredes y sus puertas."
Muy pocos días el duque
hizo mansión en Toledo
del noble conde ocupado
los honrados aposentos.
Y la noche en que el palacio
dejó vacío, partiendo
con su séquito y sus pajes
orgulloso y satisfecho,
turbó la apacible luna
un vapor blanco y espeso
que de las altas techumbres
se iba elevando y creciendo.
Resonaron las campanas,
conmovióse todo el pueblo,
de Benavente, el palacio,
presa de las llamas viendo.
Aún hoy, unos viejos muros,
del humo y las llamas negros,
recuerdan acción tan grande
en la famosa Toledo.

Nació en Valladolid en 1817 y murió en Madrid en 1893. Durante los años pasados en el colegio se dedicó a leer a los grandes escritores románticos europeos. Al mismo tiempo intervenía en las representaciones teatrales del centro. A los doce años comenzó a escribir versos. A los veinte años leyó unos versos en el entierro de Larra, con lo que se dio a conocer como poeta ante un público formado por los mejores escritores del momento. Fue miembro de la Real Academia de la Lengua y reconocido oficialmente como un gran poeta.

Zorrilla utiliza temas de la historia nacional. Sus obras teatrales presentan los rasgos propios del drama romántico y nadie como él es capaz de construir la obra teatral ni interesar tanto al público. Zorrilla escribe exclusivamente en verso. Su versificación es sonora, brillante, ágil e impactante.

Escribió la obra mas representativa del teatro romántico y la más representada en los teatros: Don Juan Tenorio; famoso aventurero y conquistador de mujeres.

Don Juan Tenorio (José Zorrilla)

Don Juan

Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
ha recorrido mi amor
toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?

Don Luis

Sólo una os falta en justicia.

Don Juan

¿Me la podéis señalar?

Don Luis

Sí, por cierto; una novicia
que esté para profesar.

Don Juan

¡Bah! Pues yo os complaceré
doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.

Don Luis

¡Pardiez, que sois atrevido!

Don Juan

Yo os lo apuesto si queréis.

Don Luis

Digo que acepto el partido;
para darlo por perdido,
¿queréis veinte días?

Don Juan

Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.
Pero la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
y pues que vais a casaros,
mañana pienso quitaros
a doña Ana de Pantoja.

Don Luis

Don Juan, ¿qué es lo que decís?

Don Juan

Don Luis, lo que oído habéis.


La prosa en el Romanticismo

La prosa durante el Romanticismo se centró sobre todo en la novela y en los artículos periodísticos.

La novela histórica trata temas legendarios medievales que son reconstruidos con la mayor veracidad posible.

Los románticos, para hacer triunfar sus ideas, solían reunirse en algún café donde intercambiaban sus opiniones. El medio más eficaz para difundirlas en aquella época era el periódico. Se esforzaron en fundar revistas y periódicos en los que exponían sus ideas y combatían a los neoclásicos.

Nació en Villafranca del Bierzo (León) en 1815. Estudió en Ponferrada, Astorga y Derecho en la Universidad de Valladolid. En 1836 se instaló en Madrid donde conoció y entabló amistad con Espronceda y otros escritores románticos. Publicó sus escritos en varios periódicos madrileños. A partir de 1844 trabajó como diplomático en Alemania. Murió en Berlín en 1846 de tuberculosis.

Escribió poemas llenos de melancolía pero es más conocido como el autor de la novela histórica más importante del Romanticismo: El señor de Bembibre.

En esta novela, Enrique Gil y Carrasco recrea en forma novelada un episodio de la historia: la caída de la poderosa Orden Caballeresca de los Templarios. Los caballeros del Temple habían tenido varias posesiones en la comarca del Bierzo. En la obra se mezcla una patética historia de amor con la narración de los difíciles años del final de la Orden y con la descripción del bello paisaje del Norte de León.

El señor de Bembibre (Enrique Gil y Carrasco)
Don Álvaro, señor de Bembibre, familia del Maestre de los templarios castellanos, está enamorado de la hermosa doña Beatriz. A pesar de la oposición de la familia los jóvenes se prometen amor eterno. Beatriz se ve obligada a casarse con el conde de Lemus, enemigo del Temple. Don Álvaro, despechado, ingresa en la Orden y lucha contra los ejércitos del conde de Lemus. Una vez muerto el conde y destruida la Orden, don Álvaro de casa con doña Beatriz en el lecho de muerte de la chica.
Estaba poniéndose el sol detrás de las montañas que parten términos entre el Bierzo y Galicia. Doña Beatriz clavaba sus ojos errantes y empañados de lágrimas, ora en los celajes del ocaso, ora en los árboles del soto, ora en el suelo, y don Álvaro, fijos los suyos en ella, de hito en hito, seguía con ansia todos sus movimientos. Ambos jóvenes estaban en un embarazo doloroso, sin atreverse a romper el silencio. Se amaban con toda la profundidad de un sentimiento nuevo, generoso y delicado, pero nunca se lo habían confesado. Los afectos verdaderos tienen un pudor y reserva característicos, como si el lenguaje hubiera de quitarles su brillo y limpieza. Esto cabalmente es lo que había sucedido con don Álvaro y doña Beatriz, que, embebecidos en su dicha; ni habían pronunciado la palabra amor. Y, sin embargo, esta dicha parecía irse con el sol que se ocultaba detrás del horizonte, y era preciso apartar de delante de los ojos aquel prisma falaz que hasta entonces les había presentado la vida como un delicioso jardín.

Don Álvaro, como era natural, fue el primero que habló:

-¿No me diréis, señora -preguntó con voz grave y melancólica-, qué da a entender el retraimiento de vuestro padre y mi señor para conmigo? ¿Será verdad lo que mi corazón me está presagiando desde que han empezado a correr ciertos ponzoñosos rumores sobre el conde de Lemus? ¿De cierto, de cierto pensarían en apartarme de vos? -continuó, poniéndose en pie con un movimiento muy rápido.

Doña Beatriz cerró los ojos y no respondió

Nació en Madrid en 1809. Su padre era un médico de ideas afrancesadas que había trabajado en la corte de José Bonaparte. Al regreso de Fernando VII toda la familia se exilió a Francia. Mariano José paso toda su infancia y adolescencia en Burdeos, donde recibió una sólida formación intelectual, liberal y progresista. En 1818 regresó a España y estudió en Madrid y Valladolid. A los 19 años comenzó a escribir artículos en los periódicos. Llegó a ser el periodista más cotizado y temido de su tiempo, a pesar de su juventud. Se casó a los 20 años, pero su matrimonio fue un fracaso y pronto se separó de su mujer.

Fue un hombre culto y refinado, de temperamento apasionado, que tenía que chocar con el ambiente mezquino de la sociedad en la que vivía. Los desengaños personales unidos a los problemas políticos y sociales de la patria para los que no veía solución, acentuaron su pesimismo innato y su desesperación. Por todo ello se suicidó a los 28 años pegándose un tiro en la sien ante un espejo.

Escribió algunos poemas, una novela histórica y una tragedia romántica; pero debe su fama a los artículos que publicó en los periódicos de su época: Vuelva usted mañana, en el que satiriza la pereza y la burocracia española; Casarse pronto y mal, en el que critica la vida familiar siendo un reflejo de su triste experiencia matrimonial; El día de difuntos de 1836, donde ataca diversos aspectos de la política nacional.

Casarse pronto y mal (Mariano José de Larra)
En este artículo, Larra analiza las causas del fracaso matrimonial de dos jóvenes que han recibido una educación inadecuada.

APUROS DE RECIÉN CASADOS

Así como tengo aquel sobrino de quien hablé en mi cuarto número, tenía otro también, no hace mucho tiempo, que en esto suele venir a parar el tener hermanos. Éste era hijo de una hermana la cual había recibido aquella educación que se daba en España no hace ningún siglo, es decir, que en casa se rezaba diariamente el rosario, se leía la vida del santo, se oía misa todos los días, se trabajaba los de labor, se paseaba sólo las tardes de los de guardar, se velaba hasta las diez, se estrenaba vestido el Domingo de Ramos, se cuidaba de que no anduviesen las niñas balconeando, y andaba siempre señor padre, que entonces no se llamaba papá, con la mano más besada que reliquia vieja, y registrando los rincones de la casa, temeroso de que la muchacha, ayudada de su cuyo, no hubiese nunca a las manos ningún libro de los prohibidos, ni menos aquellas novelas que, como solía decir, a pretexto de inclinar a la virtud, enseñan desnudo el vicio. No diremos que esta educación fuese mejor ni peor que la del día; sólo sabemos que vinieron los franceses, y como aquella buena o mala educación no estribaba en mi hermana en principios ciertos, sino en la rutina y en la opresión doméstica de aquellos terribles padres del siglo pasado, no fue necesaria mucha comunicación con algunos oficiales de la guardia imperial para echar de ver que si aquel modo de vivir era sencillo y arreglado, no era sin embargo el más divertido. ¿Qué motivo habrá, efectivamente, que nos persuada que debemos en esta corta vida pasarlo mal, pudiendo pasarlo mejor? Aficionóse mi hermana a las costumbres francesas, y ya no fue el pan pan y el vino vino: casóse, y siguiendo en la famosa jornada de Vitoria la suerte del tuerto Pepe Botella, que tenía dos ojos muy hermosos y nunca bebía vino, emigró a Francia.

Excusado es decir que adoptó mi hermana las ideas del siglo: pero como esta segunda educación tenía tan malos cimientos como la primera y comoquiera que esta débil humanidad nunca sepa detenerse en el justo medio, pasó del Año Cristiano a Pigault Lebrun, y se dejó de misas y devociones, sin saber más ahora porque las dejaba que antes porque las tenía. Dijo que el muchacho se había de educar como convenía; que podía leer sin orden ni método cuanto libro le viniese a las manos, y qué sé yo qué más cosas decía de la ignorancia y del fanatismo, de las luces y de la ilustración, añadiendo que la religión era un convenio social en que sólo los tontos entraban de buena fe, y del cual el muchacho no necesitaba para mantenerse bueno; que padre y madre eran cosa de brutos, y que a papá y mamá se les debía de tratar de porque no hay amistad que iguale a la que une a los padres con los hijos (salvo algunos secretos que guardarán siempre los segundos de los primeros, y algunos soplamocos que darán siempre los primeros a los segundos): verdades todas que respeto tanto o más que las del siglo pasado, porque cada siglo tiene sus verdades, como cada hombre tiene su cara.


La poesía en el Romanticismo

Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1808. Estudió en Madrid y era de temperamento impulsivo. Siendo muy joven aún perteneció a una sociedad secreta llamada los Numantinos, que intentaba derrocar el régimen de Fernando VII. Descubierto, fue encerrado en un convento y más tarde huyó a Portugal. En este país se enamoró de Teresa Mancha a la que siguió hasta Londres. Atraído por la política, participó en la revolución francesa de 1830. Mientras tanto Teresa se había casado y, al enterarse Espronceda, la raptó y regresó con ella a España, donde llegó a ser diputado. Teresa se separó de él, aunque consiguió atraerla de nuevo. Poco más tarde volvió a dejarlo y murió en 1839. Cuando el poeta comenzaba a calmar sus ardores juveniles y empezaba a ordenar su vida iniciando una brillante carrera literaria, política y diplomática, y a punto de casarse, murió a los treinta y cuatro años de edad, en 1842.

Escribió teatro (Blanca de Borbón) y novela (Sancho Saldaña); pero destacó más en poesía, escribiendo:

- El diablo mundo. El protagonista, Adán, es un personaje fantástico que, al enfrentarse con la realidad, va sufriendo grandes desengaños.
- El estudiante de Salamanca. Es una obra que tiene dos mil versos. El protagonista, don Félix Montemar, abandona a su amada Elvira y ésta muere de pena. Una noche Elvira se le aparece y don Félix, en una visión, contempla su propio entierro.
La canción del pirata.
Poema muy conocido, lleno de brío en el que canta la libertad individual. El ritmo de sus versos es rápido y alegre, y podría sugerir el movimiento del barco sobre el mar.

Canto a Teresa (José de Espronceda)
A continuación puedes leer un fragmento del Canto a Teresa, que pertenece al extenso
poema El diablo mundo. El Canto a Teresa está compuesto por 44 octavas reales y es
una elegía por la muerte de la mujer a la que amó tan apasionadamente el poeta en su
juventud.
DESCANSA EN PAZ
Bueno es el mundo. ¡Bueno!, ¡bueno!, ¡bueno!
Como de Dios al fin obra maestra,
por todas partes de delicias lleno,
de que Dios ama al hombre hermosa muestra.
Salga la voz alegre de mi seno
a celebrar esta vivienda nuestra;
¡paz a los hombres!, ¡gloria en las alturas!
¡Cantad en vuestra jaula, criaturas!
(María, por don Miguel de los Santos Álvarez.)

¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido,
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
le quedó al corazón sólo un gemido,
y el llanto que al dolor los ojos niegan
lágrimas son de hiel que el alma anegan.

¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
de juventud, de amor y de ventura,
regaladas de músicas sonoras,
adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras,
sus alas de carmín y nieve pura,
al sol de mi esperanza desplegando,
pasaban ¡ay! a mi alredor cantando.

Gorjeaban los dulces ruiseñores,
el sol iluminaba mi alegría,
el aura susurraba entre las flores,
el bosque mansamente respondía,
las fuentes murmuraban sus amores.
¡Ilusiones que llora el alma mía!
¡Oh, cuán süave resonó en mi oído
el bullicio del mundo y su rüido!

¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo!
¡sentimiento purísimo! ¡memoria
acaso triste de un perdido cielo,
quizá esperanza de futura gloria!
¡huyes y dejas llanto y desconsuelo!
¡Oh mujer que en imagen ilusoria
tan pura, tan feliz, tan placentera
brindó el amor a mi ilusión primera!...

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! ¡Lágrimas mías,
¡ah!, ¿dónde estáis que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días,
no consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh!, los que no sabéis las agonías
de un corazón que penas a millares
¡ay! desgarraron y que ya no llora,
¡piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos
los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura
de mí, que entre suspiros angustiosos
ahogar me siento en infernal tortura.
¡Retuércese entre nudos dolorosos
mi corazón, gimiendo de amargura!...
También tu corazón, hecho pavesa,
¡ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!

¿Quién pensara jamás, Teresa mía,
que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
en que, perdido el celestial encanto
y caída la venda de los ojos,
cuanto diera placer causara enojos?

Nació en Sevilla en 1836 y quedó huérfano muy pronto. Era sensible, introvertido y soñador, de salud poco fuerte y preocupado siempre por sus problemas económicos. A los 18 años se trasladó a Madrid donde vivió de sus colaboraciones con periódicos y revistas. Llegó a tener un importante cargo en la Administración, pero la tuberculosis hizo que se fuera a reponer al castillo de Veruela. Su matrimonio fue un fracaso, y sus méritos como poeta sólo fueron reconocidos durante su vida por un pequeño grupo de amigos, que reunieron sus poemas y los publicaron a raíz de su muerte. La tuberculosis venció a su vida en el año 1870.

Con el Modernismo llega el reconocimiento de su gran valor, que va aumentando cada día hasta ser considerado como el verdadero precursor de la poesía moderna.

A través de un lenguaje natural, simple, fluido, Bécquer nos comunica su intimidad: sus anhelos, sus ensueños, su melancolía, su alegría, su insatisfacción. Sus poemas son muy breves y su rima, por lo general, asonante. Su poesía en apariencia sencilla y humilde es el resultado de un gran esfuerzo de concentración constante, de eliminación de todo lo innecesario, hasta llegar a la palabra justa y sincera que expresa un mundo poético rico y profundo.

Está recogida en un libro titulado Rimas. Un conjunto de poemas breves, de métrica variada con rima asonante casi siempre. Los temas son variados:

El amor, la mujer y la poesía. Exaltación del amor y
la belleza femenina.
Desengaño, desilusión y dolor.
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
Cuando sobre el pecho inclinas
la melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.
Porque al darte la pureza
de que es símbolo celeste,
como a ella te hizo Dios
de oro y nieve.
Al brillar de un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos,
¡tan corto es el vivir!
La gloria y el amor tras que corremos,
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir!

- Las leyendas. Son relatos en los que se mezcla lo exótico, lo misterioso y el ensueño. Son famosas las leyendas: Maese Pérez el organista, El Rayo de Luna, El Miserere, El beso, etc.
- Cartas desde mi celda.
Las escribió en la época que estuvo en Veruela (Zaragoza) reponiéndose de su enfermedad; en ellas nos cuenta sus impresiones, mezcladas con leyendas.

El rayo de Luna (Gustavo Adolfo Bécquer)
A continuación ves un fragmento de la leyenda cuyo argumento es muy simple: Un joven llamado Manrique cree ver, en una noche de luna, algo blanco que se agita entre los árboles. Su imaginación construye una bella fantasía y cree haber visto el borde de un vestido blanco de mujer. Durante varias noches persigue a la bella e imaginada desconocida. Al final descubre que la cosa "blanca, ligera, flotante" era...
Sobre el Duero, que pasa lamiendo las carcomidas y oscuras piedras de las murallas de Soria, hay un puente que conduce de la ciudad al antiguo convento de los Templarios, cuyas posesiones se extendían a lo largo de la opuesta margen del río.

En la época a que nos referimos, los caballeros de la Orden habían ya abandonado sus históricas fortalezas; pero aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros; aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas, los macizos arcos de su claustro, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas, en las que suspiraba el viento con un gemido, agitando las altas hierbas.

En los huertos y en los jardines, cuyos senderos no hollaban hacía muchos años las plantas de los religiosos, la vegetación, abandonada de sí misma, desplegaba todas sus galas, sin temor de que la mano del hombre la mutilase, creyendo embellecerla.

Las plantas trepadoras subían encaramándose por los añosos troncos de los árboles; y las sombrías calles de álamos, cuyas copas se tocaban y se confundían entre sí, se había cubierto de césped; los cardos silvestres y las ortigas brotaban en medio de los enarenados caminos, y en los trozos de fábrica próximos a desplomarse, el jaramago, flotando al viento como el penacho de una cimera, y las campanillas blancas y azules, balanceándose como en un columpio sobre sus largos y flexibles tallos, pregonaban la victoria de la destrucción y la ruina.

Era de noche; una noche de verano, templada, llena de perfumes y de rumores apacibles, y con una luna blanca y serena en mitad de un cielo azul, luminoso y transparente.

Manrique, presa su imaginación de un vértigo de poesía, después de atravesar el puente, desde donde contempló un momento la negra silueta de la ciudad que se destacaba sobre el fondo de algunas nubes blanquecinas y ligeras arrolladas en el horizonte, se internó en las desiertas ruinas de los Templarios.

La medianoche tocaba a su punto. La luna, que se había ido remontando lentamente, estaba ya en lo más alto del cielo, cuando al entrar en una oscura alameda que conducía desde el derruido claustro a la margen del Duero, Manrique exhaló un grito, un grito leve y ahogado, mezcla extraña de sorpresa, de temor y de júbilo.

En el fondo de la sombría alameda había visto agitarse una cosa blanca que flotó un momento y desapareció en la oscuridad. La orla del traje de una mujer, de una mujer que había cruzado el sendero y se ocultaba entre el follaje, en el mismo instante en que el loco soñador de quimeras o imposibles penetraba en los jardines.

-¡Una mujer desconocida!... ¡En este sitio!... ¡A estas horas! Ésa, ésa es la mujer que yo busco -exclamó Manrique-, y se lanzó en su seguimiento, rápido como una saeta.

Nació en Santiago de Compostela en 1837. Pasó su infancia en una casa de campo de Iria Flavia, término municipal de Padrón, con una familia de campesinos, pues era hija ilegítima de una dama de Santiago. Éste hecho, descubierto a través de rumores y comentarios confusos, hizo infeliz su infancia y volvió su temperamento triste, amargo y melancólico para siempre. En 1885 murió de cáncer y fue enterrada en Iria Flavia y posteriormente trasladados sus restos a una iglesia de Santiago de Compostela.

Escribió algunas novelas y dos primeros libros de poesía; pero si figura como una de las mejores poetisas de nuestra literatura es por tres libros de versos, dos escritos en gallego: Cantares gallegos y Follas novas (Hojas nuevas); y uno en castellano: En las orillas del Sar.

En "Cantares gallegos" y "Follas novas", escritos fuera de Galicia a raíz de su matrimonio, expresa la nostalgia por su tierra. Su libro de poemas "En las orillas del Sar", es un libro atormentado en el que expresa sus ideas sobre el amor, el dolor, la injusticia y la muerte.

A la Felicidad Hojas nuevas
Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco; pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.

Felicidad, no he de volver a hallarte
en la tierra, en el aire, ni en el cielo,
¡aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!

Una vez tuve un clavo
clavado en el corazón,
y yo no me acuerdo si era aquel clavo
de oro, de hierro o de amor.
Sólo sé que me produjo un mal tan hondo,
que tanto me atormentó,
que día y noche sin cesar lloraba
como lloró Magdalena en la Pasión.
"Señor que todo lo puedes
-le pedí una vez a Dios-
dame valor para arrancar de un golpe
clavo de tal condición."
Y diómelo Dios y lo arranqué,
pero... ¿quién lo imaginara?... Después
ya no sentí más tormentos
ni supe lo que era dolor;
supe tan sólo que no sé qué me
faltaba en donde el clavo faltó,
y me parece... me parece que tuve añoranza
de aquella pena... ¡Buen Dios!
Este barro mortal que envuelve el espíritu, ¿quién
lo entenderá, ¿Señor?

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Actividades:

Comentario de textos

Recuerda que un comentario de textos no consiste solamente en explicar con tus palabras lo que escribe el autor; sino profundizar en el estudio del texto de que se trate.


Lectura y comprensión del texto

1ª.- Lee con mucha atención el texto que va a continuación hasta que lo entiendas perfectamente y puedas leerlo dándole entonación y sentido. Utiliza el diccionario.

Cendal flotante (Gustavo Adolfo Bécquer)
Cendal   Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso de aura, onda de luz:
eso eres tú.

Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte, te desvaneces,
como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul.

En mar sin playas, onda sonante,
en el vacío, cometa errante;
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
eso soy yo.

¡Yo, que a tus ojos, en mi agonía,
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!

  Cendal1

Ver el texto


2ª.- Explica el significado preciso y adecuado de las palabras y expresiones.

Cendal flotante

Onda

Ansia perpetua

Cometa errante

Aura

Arpa


Autor

3ª.- Escribe datos sobre la vida del autor y los nombre de algunas de sus obras.


4ª.- Escribe el tema, de los muchos que toca el autor, al que crees que pertenece este poema de Bécquer. Justifica tu respuesta.


Tema

5ª.- Escribe el tema del poema en una oración. No olvides la justificación con palabras del texto.

Tema:

Justificación:



6ª.- El texto tiene dos partes muy claras. Escribe las estrofas y versos que ocupa cada una de ellas.

Parte Estrofas Versos
Primera

Segunda


Canal

7ª.- Analiza la medida y la rima del poema según la ficha.

Primera parte Segunda parte
Cendal flotante de leve bruma,

rizada cinta de blanca espuma,

rumor sonoro

de arpa de oro,

beso de aura, onda de luz:

eso eres tú.

En mar sin playas, onda sonante,

en el vacío, cometa errante;

largo lamento

del ronco viento,

ansia perpetua de algo mejor,

eso soy yo.

Tú, sombra aérea, que cuantas veces

voy a tocarte, te desvaneces,

como la llama, como el sonido,

como la niebla, como el gemido

del lago azul.

¡Yo, que a tus ojos, en mi agonía,

los ojos vuelvo de noche y día;

yo, que incansable corro y demente

tras una sombra, tras la hija ardiente

de una visión!

Rima:


Código

8ª.- Escribe todas las técnicas utilizadas por el poeta para describir el "tú" y el "yo" en el poema.

Tú eres:

Yo soy


Receptor

11ª.- Elige uno de los protagonistas del poema y descríbelo de una forma sencilla. Recuerda que debes describir el aspecto físico y la forma de ser del personaje.


Teoría-Actividades


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