La retirada de las inversiones bursátiles provocó un efecto inmediato en los bancos, que no pudieron hacer frente a todas las peticiones de dinero de sus clientes. Tampoco pudieron renovar sus inversiones en las empresas industriales norteamericanas y europeas, que quebraron cuando vencieron los créditos a corto plazo con los que se sostenían o despidieron a buena parte de su personal.
El
desempleo contrajo el comercio y el consumo: los precios, especialmente
los agrícolas, cayeron tan bruscamente que hubo que destruir
cosechas enteras para intentar mantenerlos.
Con todo, muchos campesinos se arruinaron, un efecto que, al
igual que los demás, retroalimentaba la crisis y la hacía más
profunda y duradera. |