Durante el reinado de Victoria I (1837-1901), Inglaterra fue indiscutiblemente la primera potencia mundial.
El liderazgo en la industria y los negocios coloniales, el dominio de los mares, su brillante alta sociedad, su dinámica clase media que aspiraba a emular a la aristocracia, una clase obrera cada vez más colaboradora, ofrecían un espectáculo tan envidiado que las costumbres inglesas se extendieron, al igual que sus productos, por todo el planeta.
![Las casas del parlamento británico (2005), Adrian Pingstone (col. particular)](img/f_parlamento.jpg) Su
parlamentarismo era particularmente ejemplar. Dos cámaras y
dos partidos turnantes equilibrados por una monarquía cuyo papel
moralizante mantenía unido a un enorme y variopinto imperio.
El problema irlandés fue la principal sombra
en la política inglesa del cambio del siglo XIX al XX. La violencia
y las protestas culminaron con la independencia de Irlanda en
1921.
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