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Las causas |
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La catástrofe a la que venimos refiriéndonos tiene unas causas inmediatas y otras profundas. La combinación de todas ellas es el origen de la radical convulsión política, social, demográfica y cultural que sufre América con la llegada de los europeos.
La violencia de la conquista y la guerra no fueron, en realidad, causantes de ese descenso demográfico tan acusado. Fue rápida y sin grandes enfrentamientos. En cuanto a la actitud violenta de los conquistadores, no difería en mucho de la situación que se daba en Europa.
Mucho más importantes son las consecuencias de la dramática conversión a unas nuevas necesidades coloniales y de producción, que rompían un bagaje secular de hábitos de comportamiento, de trabajo y de cultura, que llevan a la desestructuración de las comunidades indígenas, de las familias, de la vinculación con la tierra, de las formas asistenciales, de las creencias... Todo ello no sólo contribuye a la crisis demográfica sino limita la capacidad de regeneración y provoca que el nuevo modelo de la sociedad colonial se componga sobre una población indígena mucho más reducida.
A ello contribuyen los frecuentes y numerosos movimientos de población, impulsados por los europeos bien para servirse de la mano de obra indígena en los lugares de explotación, bien presionando con las nuevas y duras condiciones a los antiguos pobladores que optan por abandonar sus tierras. Muchos varones adultos fueron trasladados forzosamente como operarios. Ello desvitalizó muchas familias y lugares y, junto con la constante migración a las ciudades, contribuyó al descenso de la producción agrícola -que, a su vez, incidió en la mortandad indígena-.
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