Algunos diccionarios en línea:
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I. Introducción
Un diccionario es un soporte material (con el desarrollo de
las nuevas tecnologías, ha dejado de ser sólo un libro) que contiene las
palabras de un idioma, colocadas en orden alfabético, con la correspondiente
explicación de sus significados.
Ahora bien, un diccionario no sirve para siempre y cada
persona ha de cambiar de diccionario cuando la edad y las nuevas necesidades de
consulta aparejadas a ésta, así lo requieran. La lengua, por otra parte, está
cambiando continuamente y de nada nos serviría consultar un diccionario de la
época de nuestros abuelos, por ejemplo, para localizar la palabra fax
porque no la hallaríamos.
Existen muchos diccionarios diferentes que nos resuelven
todo tipo de dudas y nuestro objetivo fundamental como estudiantes ha de ser
conocer toda su variedad y recurrir al más adecuado de acuerdo con nuestras
necesidades.
II. ¿Cómo consultar el diccionario?
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Sólo interesa la palabra que se busca. Hay que prescindir, pues, de todo
lo demás: gráficos, ilustraciones, etc.
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Buscamos la letra por la que empieza el vocablo que constituye el objeto
de nuestra pesquisa. Luego, localizamos las páginas donde están todas las
palabras que empiezan por las dos primeras letras del término que queremos
averiguar.
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Deslizamos la vista por encima de las palabras a la mayor velocidad
posible, sin detenernos a leer, hasta que lleguemos a la que buscamos.
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Una vez localizada la palabra, tengamos presente que, generalmente, cada
una de ellas suele tener varias acepciones. Debemos leerlas todas con
atención y localizar aquélla que nos interesa según el contexto en que
queremos emplear dicho término.
III. Estructura de un artículo de diccionario
Los diccionarios constan de artículos, que son
unidades gráficas limitadas por espacios en blanco y encabezadas por una
palabra en negrita. Cada artículo presenta la siguiente estructura:
Entrada o lema. Es la palabra que encabeza el artículo.
Suele aparecer en letras negritas.
Etimología.
Especifica el origen de la palabra.
Información gramatical. Explicación sobre la clase de
palabra y sus accidentes gramaticales.
Definición. Explicación del significado de la palabra.
Numeración. Número en negrita correspondiente a las
diferentes acepciones.
Acepciones. Otros significados que puede tener una palabra.
Ejemplos. Muestra del uso de la palabra en un contexto
determinado.
IV. Decálogo para el uso del diccionario
En alguna ocasión puede que hayas tratado de localizar una
palabra en el diccionario y no la hayas encontrado. Las normas generales para la
utilización del diccionario que te ofrecemos a continuación pueden ayudarte a
que tu búsqueda resulte provechosa:
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Si la palabra posee terminación femenina, busca la palabra con
terminación masculina.
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Si el vocablo es plural, localiza la palabra con su terminación de
singular.
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Los verbos se encuentran por su forma de infinitivo.
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Los diminutivos, aumentativos y superlativos no figuran en el diccionario,
salvo el caso en que tengan acepción especial que merezca ser notada; por
lo tanto, hay que localizar la palabra de la que derivan.
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Tampoco se incluyen todos los adverbios en -mente, por ser de formación
fácil y a menudo ocasional, por lo que has de recurrir a la palabra de la
que proceden.
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Las expresiones formadas por varios vocablos, como las frases hechas, las
locuciones, etc., van colocadas en el artículo correspondiente a una de las
palabras de que constan, por este orden de preferencia: sustantivo o
cualquier palabra usada como tal, verbo, adjetivo, pronombre y adverbio. Se
exceptúan los sustantivos persona y cosa cuando no son parte invariable de
la expresión, y los verbos usados como auxiliares.
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Los nombres propios no se hallan en los diccionarios de la lengua, pero
sí en los enciclopédicos.
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Las palabras compuestas se localizan por el primer vocablo de la
composición.
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Las palabras con prefijo se buscan a partir del término de origen.
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Las expresiones latinas que se emplean en nuestra lengua las puedes
encontrar por el primer término de las mismas.
V. Tipos de diccionarios
Existen varias clases de diccionarios que se diferencian
unos de otros por sus peculiaridades.
Los más usuales son los llamados monolingües, pues
contienen las palabras o expresiones más representativas de una sola lengua.
Por ejemplo:
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Diccionario de la lengua española (Real Academia
Española. Espasa Calpe. Madrid, 1992). Contiene 85.000 vocablos puestos al
día, con 12.000 acepciones añadidas y definiciones modificadas.
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Diccionario de uso del español (María Moliner. Gredos. Madrid).
Informa sobre qué hacer con las palabras, qué otras afines pueden utilizarse,
cómo resolver dudas, buscar sinónimos y antónimos.
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Diccionario del argot español (Víctor León. Alianza, Madrid,
1992). Un diccionario sin normativa discriminatoria. Incluye vulgarismos,
neologismos, voces jergales y coloquiales, además de expresiones de uso
familiar.
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Diccionario de expresiones malsonantes del español (Jaime Martín.
Istmo. Madrid, 1979). Contiene más de 1.200 voces malsonantes tomadas de
fuentes orales: insultos, expresiones groseras, obscenas...
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Diccionario de frases hechas (Margarita Candón y Elena Bonnet.
Anaya y Mario Muchnik. Madrid, 1994). Nueva edición, corregida y aumentada,
de esas frases que solemos usar y de las que, a menudo, desconocemos su origen
o, incluso, su sentido.
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Diccionario de sinónimos y antónimos (Espasa Calpe. Madrid, 1994).
Práctico diccionario que incluye más de 18.000 voces para que escribir o
hablar no se convierta en usar muchas veces un repertorio reducido de palabras.
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Breve diccionario etimológico de la Lengua Castellana (Joan
Corominas. Gredos. Madrid). Diccionario imprescindible para conocer el
origen de las palabras de nuestro idioma.
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Diccionario de dudas y dificultades de la Lengua Española (Manuel
Seco. Espasa Calpe). Registra las vacilaciones, los neologismos no
estabilizados, las dificultades morfosintácticas normales, los vulgarismos...
Hay otros diccionarios, los llamados bilingües, que
están escritos en dos idiomas para facilitar la traducción y manejo de una
lengua distinta a la materna.
Cuando las palabras que figuran en el diccionario
pertenecen sólo a un área científica o cultural muy concreta, hablamos de
diccionarios técnicos o especializados, en los que encontraremos los
significados determinados que una palabra tiene dentro de un área concreta:
diccionario de Lingüística, de Literatura, de Botánica, etc.
Otros diccionarios organizan las palabras en temas
generales que se van dividiendo en subtemas más concretos, según su orden de
importancia. De esta índole son:
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Diccionario ideológico de la lengua
española (Julio Casares. Gustavo Gili. Barcelona, 1959). Consta de tres
partes: en la primera viene una clasificación de la realidad en campos
semánticos; la segunda es ideológica, reúne numerosos términos en torno a
los conceptos fundamentales; la tercera es alfabética y nos brinda la
definición de cada palabra.
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Diccionario de refranes (Luis
Junceda. Espasa Calpe. Madrid, 1996). Divertida recopilación de más de 3.500
refranes comentados. Un índice temático (amor, comida, dinero, muerte, mujer,
religión, vejez, etc.) permite conocer los dichos y sentencias más usuales y
peregrinos sobre todas las cuestiones.
Hay otro tipo de diccionarios que se distinguen de los anteriores en que, a
las informaciones lingüísticas, añaden las culturales y científicas. Son
los diccionarios enciclopédicos (Espasa
Calpe, Larousse...). Además de las voces comunes, incluyen nombres propios
y suministran información sobre ellos.
Sobre cualquier tema existen magníficos diccionarios que,
con su práctica organización alfabética, y con su estilo conciso y
condensado, permiten la fácil y rápida consulta: cine, cómic, arte,
arquitectura, filosofía, historia, literatura, economía, religión, política,
ecología, tecnología, astronomía, música, Biblia, mitología... Son los diccionarios
temáticos, entre los que proponemos como ejemplo el siguiente:
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Guía de lugares imaginarios
(Alberto Manguel y Gianni Guadalupi. Alianza. Madrid, 1992). Recoge todos los
reinos soñados que forman parte de la historia de la literatura. Más de 600
obras literarias consultadas han permitido construir esta geografía imaginaria
y fascinante que incluye más de un centenar de mapas, planos e ilustraciones.
VI. Velocidad y comprensión lectora
La amplitud del vocabulario personal permite una
identificación mayor de las palabras y frases y, por tanto, una mayor
comprensión y velocidad lectoras. Una palabra desconocida exige prestarle más
atención y, por tanto, se corta el ritmo de lectura. Hacer uso de un buen
diccionario e introducir las palabras nuevas aprendidas en la conversación y en
los textos escritos ayudará a fijarlas y a enriquecer nuestro modo de
expresión.
La lectura es, sin duda, la actividad de mayor importancia
en el estudio. La persona que lee bien -es decir, que lo hace a una velocidad
adecuada y además comprende lo que lee-, tiene una gran ventaja en su labor de
estudio. Las posibilidades de mejorar en la lectura, en su doble aspecto de
mayor velocidad y comprensión, son prácticamente ilimitadas. La capacidad
lectora se adquiere con la práctica: se aprende a leer bien, leyendo.
Con el fin de ampliar el campo de lectura, es decir, el
número de palabras que podemos abarcar en una sola fijación de la vista,
conviene practicar todos los días el siguiente ejercicio:
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Emplear un libro de lectura fácil o una columna de texto de cualquier
periódico o revista que resulte agradable.
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Leer a la mayor velocidad posible, pero solamente las primeras y las
últimas palabras de cada línea.
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Forzar los ojos, tratando de abarcar cada vez un mayor número de palabras
de un solo golpe de vista, hasta que seamos capaces de leer normalmente una
línea del libro de lectura en tres o cuatro fijaciones.
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Utilizar cada día páginas distintas del libro o columnas diferentes del
periódico o revista.
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