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I. El teatro: el texto dramáticoDefiniciónLlamamos teatro a aquellas obras literarias que son escritas para su representación por unos actores en un escenario. Sus rasgos más característicos son el uso del diálogo y que no aparece la figura del narrador. Estructura de una obra dramáticaUna obra de teatro está formado por dos tipos de textos: texto principal o primario y texto secundario. [^]
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II. El teatro: la representación teatralEl fin primordial de un texto dramático, aunque puede ser leído, es su representación en un escenario ante unos espectadores. Esta tarea es llevada a cabo por los actores, que encarnan a los personajes y que son conducidos por un director, que los organizará y transformará ese texto escrito en un espectáculo. Por último, la escenografía es otro de los elementos esenciales de la representación teatral, con ella se sitúa la historia en un tiempo y espacio concretos. [^]
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III Evolución del género dramáticoLa estructura y tratamiento del texto dramático ha ido cambiando a los largo de las distintas épocas literarias. Tragedia griega: No se dividía en actos. El coro dividía las partes. Según Aristóteles, la historia tenía que presentar tres fases: nacimiento del conflicto, resolución del conflicto y retorno a la normalidad. Época latina: Las obras constaban de cinco actos y debía observarse la regla de las tres unidades (espacio o lugar, tiempo y acción). Renacimiento: Se mantienen las normas de la época clásica, antes citada. Comedia nacional: Lope de Vega rompe con la
rigidez clasicista. Rompe la reglas de las tres unidades. Mezcla lo trágico
y lo cómico. Se reduce el número de actos o "jornadas" a tres:
planteamiento, nudo y desenlace. Se utiliza la métrica (estrofa y poema)
adaptada al tipo de situación del momento: el romance y las octavas para
las narraciones; las décimas para los lamentos; el soneto para las esperas;
los tercetos para asuntos importantes, las redondillas para el amor. El teatro neoclásico: Vuelve al modelo de las tres unidades de acción, tiempo y espacio o lugar y a los cinco actos. El teatro romántico: No se somete a reglas. Prescinde de las tres unidades y el número de actos no es fijo. Combina prosa y verso y; mezcla personajes cómicos y trágicos. [^]
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IV. Principales géneros dramáticosEste curso nos limitamos a presentar los géneros mayores o fundamentales:
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V. Figuras literariasUn tipo especial de recursos literarios son las figuras literarias o figuras retóricas, las cuales son mecanismos utilizados por el escritor para embellecer el lenguaje y manipular su pensamiento o su manera de escribir, dando un sentido figurado, no denotativo, a sus palabras. Más que aprenderlas de memoria, conviene apreciar su sentido de extrañeza y fuerza expresiva. Comentamos la figura aparecida en las actividades de este bloque: Antítesis: Consiste en la contraposición de dos ideas o términos contrarios.
(Antonio Machado) Hipérbaton: Consiste en alterar el orden lógico de la frase.
(Quevedo) Hipérbole: Consiste en la exageración de forma desproporcionada de los términos.
(Quevedo) Interrogación retórica: Consiste en realizar una pregunta de la que no se espera respuesta, bien porque no exista, bien porque resulte evidente.
(Rubén Darío) Exclamación retórica: Consiste en destacar una expresión para mostrar un sentimiento de admiración, sorpresa, dolor, entusiasmo, admiración, etc.
(Jovellanos) Frase hecha: No es propiamente una figura literaria, sino un recurso del lenguaje coloquial que consiste en utilizar expresiones ya asumidas por la cultura lingüística en un sentido figurado.
Metáfora: Consiste en identificar, porque entre ellos haya alguna semejanza, el término real con el término imagen, sin nexo comparativo:
(Jorge Manrique) [^]
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VI. Introducción a la literatura española: teatroMantenemos este epígrafe siguiendo el criterio utilizado en 1º de ESO, por el cual no se lleva a una exposición cronológica de las obras y autores de la literatura española, sino que, dado el carácter práctico de estos materiales y el curso en que nos encontramos, se incluyen únicamente las referencias a obras y autores necesarias para la realización de las actividades. Así como Lope de Vega (1562-1635) representa el comienzo de la Comedia Nacional del siglo XVII, Calderón de la Barca (1600-1681) supone la culminación de dicho teatro. Durante su juventud fue soldado, como tantos escritores de tiempo. Se ordenó sacerdote, en plena madurez (1651) y, debido a su carácter reflexivo y a su valía intelectual, gozó de gran prestigio en la corte de Felipe IV. Calderón no rompe con el teatro de Lope de Vega, sino que lo perfecciona dándole un carácter ideológico que el de aquél no tenía. No abandona las características de la Comedia Nacional, sino que los temas se irán haciendo más abstractos y los personajes más individualizados y, a veces, simbólicos. Entre sus obras destacan La vida es sueño y El alcalde de Zalamea. En la primer plantea problemas fundamentales del hombre, como la confusión entre realidad y ficción, la valoración de la vida humana, la lucha entre la libertad y el destino del hombre. El Alcalde de Zalamea es una obra histórica y su tema es el honor. Su argumento es el siguiente: Las tropas de don Lope de Figueroa acampan, camino de Portugal, en el pueblo extremeño de Zalamea; un capitán, Álvaro de Ataide, ultraja y deshonra a la hija del villano Pedro Crespo; éste, nombrado alcalde, prende a aquél y le ruega inútilmente que repare su honor casándose con su hija; don Álvaro no acepta y Pedro Crespo manda que lo ahorquen; finalmente, llega el rey Felipe II y aprueba la sentencia, nombrando, al mismo tiempo, a Crespo alcalde perpetuo de Zalamea. Agustín Moreto (1618-1669) pertenece a la escuela de Calderón y destaca por el sentido ético de su teatro y por la forma de estructurar las obras. El desdén con el desdén es una de sus mejores obras. En ella destaca el ambiente refinado y cortesano y la defensa de la razón frente al instinto. La obra trata de una joven noble que desdeña a todos sus pretendientes, incluido el protagonista, quien, mediante un desdén fingido, logra finalmente despertar el amor de la fría mujer. Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) es el dramaturgo más sobresaliente del siglo XVIII. Educado en un ambiente literario, tuvo ocasión de ser amigo de los mejores escritores de la época, contertulios de su padre Nicolás Fernández de Moratín, también escritor. Fue un hombre apacible, inteligente y culto, dotado de un fino espíritu crítico, que se puso al servicio de las ideas del Neoclasicismo. De entre su escasa producción dramática destaca El sí de las niñas. En ella, doña Francisca, joven de dieciséis años, se ve obligada por su madre, Dª Irene, a aceptar en matrimonio a don Diego, de cincuenta y nueve, pero ella ama a don Carlos, sobrino de don Diego. Éste, hombre razonable, evita a tiempo tan bárbaro proyecto renunciando a la mano de la niña y aceptando la boda entre los enamorados. La obra encaja perfectamente con las normas neoclásicas y el carácter didáctico que habían de ofrecer las obras literarias en la época. La personalidad de José Zorrilla (1817-1893) encaja dentro del espíritu romántico al que pertenece; temperamento apasionado, constantes aventuras amorosas, daba poca importancia al dinero, afición por componer versos, etc. Con él se cierra el teatro romántico en España. Su obra más conocida es Don Juan Tenorio. La acción se desarrolla en Sevilla, y en una de sus hosterías se reúne don Luis Mejía y don Juan Tenorio para apostar sobre quién ha seducido a más mujeres. Los padres de sus prometidas, ocultos entre la gente, anulan los compromisos matrimoniales y, así, doña Inés, prometida de don Juan, es recluida a un convento. De allí la saca su prometido con la ayuda de la criada Brígida. Después se ve sorprendido por el padre de ella al que mata, sin querer, y huye, Anos después el protagonista vuelve a Sevilla. Encuentra las estatuas de doña Inés y de su padre, al que con fanfarronería invita a cenar esa noche. Al final, don Juan Tenorio se salva de la condena eterna, gracias a su arrepentimiento. Si bien la obra no es original, el final es la gran novedad que la distingue de otras obras anteriores, como El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. Carlos Arniches (1866-1943) es un buen representante de la literatura costumbrista a través de su teatro. Con La señorita de Trevélez crea la tragedia o tragicomedia grotesca. Con Arniches la caricatura de humaniza y el espectador puede sufrir tanto como los caricaturizados personajes. La obra desarrolla una broma cruel, realizada a un hombre y una mujer, urdida por unos jóvenes del casino provinciano que matan así el aburrimiento de una vida anodina en una capital de provincias. La cobardía de unos y la ingenuidad de otros hacen que la broma llegue demasiado lejos y tenga resultados un tanto imprevistos. [^]
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Última actualización: 25-07-2007 |