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4. |
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Cambios y movimientos sociales. |
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El movimiento obrero - Las internacionales obreras |
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La
necesidad de una organización obrera internacional se vislumbró
en Inglaterra tras la experiencia de varias huelgas en la que
los patronos contrataban a obreros de otros países. Con motivo
de una exposición internacional, se fundó en Londres, en 1864,
la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). Carlos Marx
redactó los estatutos y se puso en marcha un sistema de congresos
(se realizaron cinco), que dieron gran difusión e influencia
a la AIT. Como consecuencia de la guerra franco-prusiana, la
AIT prácticamente se hizo cargo del gobierno de la ciudad. Una
fuerte represión y desavenencias internas entre sus dos principales
tendencias, marxistas y anarquistas (distanciados además por
la incompatibilidad de caracteres entre sus dos líderes, Marx
y Bakunin), provocarían la disolución de la Primera Internacional
en 1876.
Nuevos
intentos de formar una organización internacional de trabajadores
se materializaron en París en 1889, con motivo del centenario
de la Revolución Francesa. La Segunda Internacional se formó
con las aportaciones de los partidos socialistas de la mayor
parte de países industriales. En su seno aparecieron tesis revisionistas,
junto a otras más ortodoxas dentro del marxismo. La difusión
de las doctrinas socialistas fue tan grande que los partidos
socialistas comenzaron a tener una creciente representación
parlamentaria. La Iglesia se hizo eco de la situación social
en la encíclica Rerum Novarum (1892).
La Segunda Internacional se rompería en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, pues las rivalidades nacionales arrastraron al movimiento obrero, partidario inicialmente de la paz.
En el siglo XX se fundaron nuevas internacionales: la III Internacional
(Komintern) en Moscú en 1919, la I Internacional Socialista
en 1923, y la IV Internacional, inspirada por Trotsky, en 1938. |
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