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La
lectura de mapas geohistóricos
por Monserrart Huguet Santos
La utilización de mapas geohistóricos es de especial relevancia en
el estudio de la Historia Contemoporánea, sin perjuicio de que lo
sea en el del estudio de otros tiempos históricos. Para el análisis
de la historia de los siglos XIX y XX los mapas son un instrumento
imprescindible por razones específicas: la entrada en la escena histórica
occidental de espacios hasta entonces desconocidos, la aparición de
conflictos bélicos de dimensiones mundiales, la irrupción de nuevos
actores en el marco de las relaciones internacionales, y en definitiva,
la dimensión universal de los rasgos propios de la contemporaneidad.
El mapa es una ayuda imprescindible para la ubicación espacial del
acontecimiento o proceso, es además un registro de la memoria de las
actividades y acciones del hombre en la historia. A lo largo del siglo
XX las escuelas historiográficas han subrayado la vinculación estrecha
que han de seguir la Geografía y la Historia para conjugar el análisis
del espacio y el tiempo. Sin embargo, la progresiva especialización
de ambas disciplinas, Geografía e Historia, a partir de las décadas
centrales del siglo, fue en perjuicio de la síntesis de ambas coordenadas,
la temporal y la espacial. Los alumnos de Historia ya no estudian
Geografía y viceversa. La escasa utilización de los mapas en las clases
de Historia fue en perjuicio de las visiones de conjunto y de la elaboración
de marcos geohistóricos de referencia.
Los mapas sirven además para fijar los contenidos en la memoria, porque
son referentes visuales fácilmente reconocibles. Sirven también para
poner en concordancia un marco geográfico con un momento cronológico
concreto, o bien un fenómeno de larga duración. Con los mapas visualizamos
los antecedentes y las consecuencias, los agentes y las voluntades,
las estructuras y las circunstancias de los acontecimientos y fenómenos
históricos.
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