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Textos
literarios como fuente histórica
por Enrique Villalba Pérez
Es extenso y, en parte, de sobra conocido el debate sobre la literatura
y su utilidad como fuente histórica. Son ya frecuentes los ejemplos
de historiadores que han realizado estudios críticos de obras literarias
de su época y especialidad y que han servido en buena medida de modelo
y reflexión al respecto. Pero son innumerables los que la utilizan
como fuente en sus investigaciones y obras, hasta el punto de parecer
ya casi imprescindible hacerlo así.
El recorrido es recíproco. En un momento en que los estudios humanísticos
en general y los históricos en particular se caracterizan por un cierto
eclecticismo Ðcontagiado con frecuencia de escepticismo académico-
en teorías y métodos, por una necesaria interdisciplinariedad a la
hora de trazar un programa intelectual o científico, resulta obligado
el conocimiento de diferentes materias y su integración y, en consecuencia,
la búsqueda de fuentes más variadas, a las que hemos de acercarnos
desde ángulos diferentes con herramientas de análisis nuevas, poliédricas,
complejas... En ese contexto es fácil entender a qué reciprocidad
me refiero entre Historia y Literatura. Ambas han de integrar y compartir
métodos, teorías, datos, conocimientos... provenientes de la otra
en sus respectivos estudios.
En el caso de la Historia, lo más frecuente es la inclusión de fuentes
historiografías, documentales, jurídicas, económicas, artísticas,
literarias... Cada una de ellas merece un tratamiento específico,
una contrastación particular. Hay cuestiones y épocas en las que las
fuentes literarias adquieren mayor peso o importancia. Sin duda, puede
ser el caso de los estudios sociales y culturales en la España del
Siglo de Oro. No hay prácticamente estudio reciente en que no aparezcan
fuentes o citas de nuestra literatura áurea.
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