Soy el pintor clásico de la vida moderna.
Edgar Degas
Durante el siglo XIX la burguesía parisina adquirió la costumbre, de origen británico, de acudir al hipódromo a las carreras de caballos. Este es uno de los temas que más frecuentó Degas. Estaba atraido, sobre todo, por la oportunidad que ofrecía para estudiar el tema del movimiento. El desafío consistía en extraer de un amplio repertorio de gestos y movimientos su esencia para congelarlos en una instantánea.
En la obra que comentamos aquí, Degas exhibe su capacidad de dibujo para captar los movimientos de animales y jinetes. La composición esta condicionada por la gran horizontalidad del lienzo. La disposición de los caballos y jinetes promueve una lectura del cuadro de derecha a izquierda. La sensación de profundidad se crea fundamentalmente por las diferencias de tamaño de los caballos. Otro elemento que acentúa la perspectiva es la sucesión de planos como en las estampas japonesas: el plano más cercano es el del suelo, otro plano más retirado con las colinas, y el cielo al fondo.
En la obra aparece otro de los recursos favoritos de Degas para captar la instantaneidad del movimiento: la sucesión de figuras semejantes, con posturas diferentes, de forma secuencial. Fíjate, por ejemplo en los dos caballos del centro del lienzo que están más nerviosos: parece que el caballo que está de espaldas con el yóquey de camisa roja va a adoptar a continuación la misma postura del caballo que está erguido, a su lado, sobre los cuartos traseros.
La pincelada es suelta, sin detalle, y con predominio del color sobre el dibujo. Degas se preocupa de reservar los tonos más vivos y cálidos para los jinetes más cercanos al espectador, y los más suaves y fríos para los más alejados. Incluso el color rojizo de las colinas es más saturado hacia la derecha del cuadro que hacia la izquierda, provocando la sensación de mayor lejanía en esta última zona. El uso del blanco y del negro sirve para realzar los otros colores (como en los Jóvenes espartanos)
Al igual que en otras muchas de sus obras, Degas consigue un sentido de informalidad y de estudiada espontaneidad en la escena. Algunos caballos están tranquilos, hay otros muy nerviosos a los que sus jinetes tratan de calmar; algunos están de frente al espectador, otros de espaldas...