Cézanne es uno de los pintores que más influyó en la formación de las vanguardias históricas de principios del s.XX. A lo largo de su vida sufrió una variación estilística en la que hay un denominador común: la búsqueda continua de un lenguaje pictórico que le permitiera expresar la intensidad de lo que percibía.
Se suelen distinguir cuatro periodos en su vida artística, que son los que utilizaremos en nuestro estudio de la obra de Cézanne:
Cézanne era hijo de un próspero fabricante de sombreros, que en 1847 se hizo cargo de un banco, consiguiendo grandes beneficios con este negocio. Nació en una localidad del sur de Francia llamada Aix-en-Provence, donde se recogería durante largos periodos para pintar.
Sus inicios como pintor fueron duros. Su padre quería que estudiara derecho y se oponía a su carrera artística. Pero el joven Cézanne perseveró y en 1862 se instala definitivamente en París para estudiar en la Academia Suisse, donde conoce a Pissarro, Monet, Renoir y los demás impresionistas. Acudía de vez en cuando a las tertulias en el café Guerbois, lideradas por Manet.
Estos primeros trabajos de Cézanne eran de un estilo un tanto expresionista. El artista ponía una gran energía en todas sus obras. Solía utilizar el impasto, y con frecuencia aplicaba el óleo con espátula.
En el Retrato de Louis-Auguste Cézanne, (padre del artista) tenemos una buena muestra de este enérgico estilo de juventud. La tosca figura del padre reposa en un sillón, cubierto con una tela florida. El periódico que lee no es el habitual del padre de Cézanne. Se trata de L'Évènement, un periódico en el que Zola (amigo fraternal de Paul desde la juventud) había escrito críticas favorables sobre su obra.
A través de algunos detalles Cézanne transmite sutilmente la tensión que había entre ellos: sienta a su padre en el borde de un desmesurado sillón-trono, de espaldas a un bodegón sobre el que Cezanne había estado trabajando poco antes.
Las pinceladas están aplicadas con vigor sobre el lienzo. Cézanne combina gruesas y largas pinceladas cargadas de pintura, con espesas masas de óleo aplicadas con espátula sobre el lienzo.
En esta etapa, Cezanne se mostraba como un devoto partidario de una paleta oscura, en la que sobresalían algunos toques de color hábilmente dispuestos.
Esta preferencia por los tonos oscuros también se aprecia en esta Naturaleza muerta con jarra, pan, huevos y vaso, de 1865. También en esta obra hay un pronunciado contraste tonal (entre los objetos y el fondo) que da una gran expresividad al conjunto. La elección de sencillos objetos cotidianos iluminados frontalmente sobre un fondo oscuro denuncia la influencia de la escuela española de bodegones, admirada en la Francia de aquel entonces. La ubicación del cuchillo en diagonal contribuye a dar mayor profundidad a la escena.
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