«Tratar la Naturaleza por el cilindro, la esfera, el cono, todo ello en perspectiva; es decir, que cada lado de un objeto o de un plano se dirige hacia un punto central» Cézanne
Entre 1880 y 1888, aproximadamente, tiene lugar la etapa que se suele llamar «constructiva», en el arte de Cézanne.
En esta etapa Cézanne se esfuerza por construir formas materializadas dentro de composiciones equilibradas según una lógica que el artista impone a lo que observa en la Naturaleza, en un intento de captar lo esencial, lo duradero de la realidad. La solución que intenta dar Cézanne a este problema pasa por multiplicar planos de color alrededor de los objetos, de forma que describan su estructura geométrica profunda. En este proceso el dibujo no juega un papel independiente del color. Es el contraste y la superposición de colores lo que sustituye al dibujo.
El recurso técnico que Cézanne inventa para esta «materialización» de las formas es lo que el crítico Theodore Reft ha denominado pincelada constructiva de Cézanne. La expresión «pincelada constructiva» alude a un patrón característico de pinceladas paralelas, normalmente sesgadas y casi uniformemente aplicadas, que sirven para delimitar los planos de color que crean las masas.
Estas ideas quedan perfectamente en un paisaje de este periodo: El castillo de Médan. Respecto de la composición, no hay elementos que delimiten el encuadre, que está «cortado» por arriba, abajo, izquierda y derecha, invitando al espectador a reconstruir el espacio que falta mas allá del cuadro.
El objetivo de Cézanne es construir una obra que alude a una Naturaleza ordenada, simple, con una cierta solemnidad. Para ello no se vale de los recursos meramente ópticos preferidos por los impresionistas (mezcla óptica, contraste de complementarios, etc.), sino que utiliza la pincelada constructiva que sirve para delimitar los objetos mediante planos de color superpuestos.
Las formas del paisaje así delimitadas están descompuestas en los elementos geométricos básicos que las configuran, y que para Cézanne son la esfera (copas de los árboles, arbustos), el cilindro (troncos de árboles) y el cono (los tejados y algunas masas vegetales).
En este periodo, y también hacia el final de su vida, Cézanne recurre, con frecuencia, al género de la naturaleza muerta. La realización de naturalezas muertas tiene ventajas sobre el paisaje: es un motivo mucho más estable y duradero. A Cézanne le sirve para dar el paso de la construcción de planos en el paisaje al estudio del objeto y el espacio.
En este ejemplo de naturaleza muerta se muestra la solución de Cézanne al problema de la construcción del espacio sin recurrir a la perspectiva clásica (que disminuye el tamaño y difumina los objetos más lejanos). Lo que hace es acercar el plano que se supone es más alejado (en la parte superior) al primer plano. En palabras del propio Cézanne: «Los planos caen unos sobre otros»
. Para mostrar mejor la estructura esencial y duradera de los objetos, los muestra bajo distintos puntos de vista.
Los distintos elementos del cuadro, al estar representados bajo puntos de vista ligeramente diferentes, parecen distorsionados en cuanto a su forma. Pero lo importante es que Cézanne conjuga esta distorsión de forma armoniosa en todo el cuadro.
Está claro incluso que a Cézanne le importa menos transmitir la texturas que las formas de las frutas. Y las formas las delimita mediante el color aplicado en pinceladas de tipo constructivo.
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