Nació en 1874 en Blenheim Palace, Oxfordshire, en el seno de una familia aristocrática. Estudió la carrera militar en la Academia de Sandhurst y trabajó como corresponsal de guerra para la prensa de Londres.
Entró en política en 1900 como diputado conservador. Sus discrepancias sobre la política económica le llevaron a militar por unos años en el Partido Liberal, con el que desempeñó distintos cargos, como el ministerio de Comercio e Industria. Nuevamente en las filas conservadoras, en 1924 fue nombrado ministro de Hacienda.
En los años treinta, adoptó una actitud crítica ante el ascendente poder nazi en Alemania, frente a la postura claudicante de otros políticos británicos. Los acontecimientos que desencadenaron en la II Guerra Mundial le dieron la razón. Iniciada ésta, en 1940 fue nombrado primer ministro sustituyendo a Chamberlain. Por su firmeza se convirtió en símbolo de la resistencia frente a los ataques aéreos alemanes (la “batalla de Inglaterra”). Fue un gran retórico: ha quedado en la historia su promesa al pueblo británico de “sangre, sudor y lágrimas”.
Participó destacadamente en las conferencias interaliadas que prepararon el mundo de la posguerra, junto a Roosevelt y Stalin. Tuvo que abandonar la conferencia de Potsdam, al ser derrotado en las elecciones que dieron la victoria al líder laborista Clement Attlee. Volvió a ser primer ministro en 1951, cediéndole el poder, años después, a su fiel colaborador Anthony Eden. Falleció en Londres en 1965.
A su dilatada carrera política hay que añadir una considerable producción literaria, por la que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1953. Entre sus obras destacan La crisis mundial y los 6 volúmenes de sus Memorias. |