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La
lectura de mapas geohistóricos
por Monserrart Huguet Santos
1. Una descripción del mapa en sí mismo.
- Su consideración como documento nos obliga a fijarnos en aspectos
formales como la tipología gráfica y aspectos expresivos, el sistema
de signos y leyendas, cuya disposición sobre el plano expresa en muchas
ocasiones la claridad con que el cartógrafo y/o historiador ha sabido
abordar el tema planteado. Para la cartografía ha resultado siempre
un reto principal, solventado con gran creatividad en ocasiones, la
representación de las dinámicas históricas.
2. Una explicación del escenario representado.
- El primer paso es fijar los límites geográficos plasmados en el
mapa: senalización de las divisiones y subdivisiones. A continuación
se precisa la localización espacio-temporal del mapa. Las distintas
huellas -nombres de ciudades, estados, fechas, símbolos de batallas...-
facilitan la localización. Finalmente, activamos los nexos que ponen
en relación los signos (trazadas, colores, símbolos, flechas...) y
las distintas unidades en que se divide el conjunto.
3. La localización geográfica, temporal y temática.
- Este es el punto en que puede comenzarse el comentario real del
mapa. Se inicia con la determinación del escenario y la datación de
los acontecimientos representados. Conocidos ambos, los elementos
del mapa nos proporcionan la temática central del mismo. La tipología
temática de los mapas geohistóricos en los atlas se ha ampliado de
tal manera en las últimas décadas que resulta difícil cenirse a unas
líneas generales abarcantes. Aún así, las referencias clásicas nos
hablan de mapas históricos de temas políticos, económicos, sociales,
demográficos y culturales, aunque casi siempre nos enfrentamos a cartas
de naturaleza mixta.
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