Argenteuil
Cuando se aproxima la guerra Franco-Prusiana, en 1870, Monet se marcha a Londres con su mujer e hijo, y allí conoce a alguien muy importante para los impresionistas: Paul Durand-Ruel, el marchante de arte que ha creído en el trabajo de los impresionistas desde sus primeras obras, y que desde entonces les ayudaría siempre que pudo.
En 1871, cuando acabó la guerra y la Comuna fue sangrientamente sofocada en mayo, Monet viaja a Holanda, donde conoce la obra de los paisajistas holandeses del barroco y adquiere estampas japonesas.
Regata en ArgentuilMonet (1872)
Tema
En su obra Regata en Argenteuil, Monet retrata la limpia atmósfera del cielo de Argenteuil y su reflejo en el agua.
Detalle de las pinceladas en
Regata en Argenteuil
Pincelada
Este cuadro sirve muy bien para ilustrar el uso de las pinceladas típicas de Monet. Los reflejos del agua se convierten en el lienzo en gruesas pinceladas alargadas con ausencia total de modulación tonal.
Detalle del uso del color en
Regata en Argenteuil
Color
El uso de los colores también aporta brillantez al cuadro por el uso del contraste de complementarios.
Aquí podemos observar el acusado contraste rojo-verde
La estación de Saint-LazareClaude Monet (1876-77)
Saint-Lazare
Monet persigue este mismo objetivo de captar atmósferas bajo distintas condiciones de iluminación en una serie de obras de 1877 que tienen como protagonista el entorno de la estación de ferrocarril de Saint-Lazare, en París. Allí tiene ocasión de plasmar en sus obras la mezcla del vapor de las locomotoras con el humo que desprenden, según la estética y la técnica impresionistas.
La atmósfera parece cobrar materialidad con el espeso vapor y el humo acumulados, que apenas dejan entrever a los personajes, y a los elementos arquitectónicos que configuran el espacio de la estación y los edificios aledaños.
En otoño de 1871, Monet se traslada, con su familia, a vivir a Argenteuil, una localidad no lejana de París donde le resulta más barato vivir, y donde puede estar más en contacto con la naturaleza. Allí construyó, con ayuda de Caillebotte, un bote que le servía de estudio, semejante al de Daubigny, en el que Manet le retrató en un conocido cuadro, con su esposa Camille, trabajando. Es una de las etapas más felices de su vida, y realiza numerosas pinturas de los efectos de la luz y el color sobre las aguas del Sena y los veleros que las surcan.
Durante una estancia en Le Havre, pinta una escena del puerto, envuelto en brumas, que presenta en la primera exposición de los impresionistas de 1874, y que titulará Impresión. Sol naciente. Este será el cuadro que motivará que un crítico, a modo de mofa, denomine al grupo de artistas que exponían como «impresionistas», calificativo que aceptarán. Impresión. Sol naciente es emblemático por cuanto resume concisamente las aspiraciones pictóricas del grupo: capturar en el lienzo la luz, la atmósfera de una escena cotidiana lejos de los convencionalismos academicistas.
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