Si bien Georges Seurat tenía un carácter algo reservado y altivo, Paul Signac destacaba por su personalidad más abierta y temperamental. Esto propició que fuera el defensor más activo en defensa de la causa Neoimpresionista.
En nuestro breve repaso de la obra de Signac, analizaremos dos de sus pinturas: El comedor (Desayuno), de 1886-87, que expuso en el Salón de los Independientes de 1887, y Una vista de Marsella, un tema marino que pintó en más de una ocasión.
Paul Signac nació, como Seurat, en una familia acomodada y próspera (su padre tenía una guarnicionería). Igual que en el caso de Seurat, estuvo libre de preocupaciones y estrecheces económicas, por lo que pudo desarrollar más libremente su creatividad, sin la obligación de tener que vender sus obras para sobrevivir.
No tuvo una formación académica como la de Seurat, sino que tuvo una vocación autodidacta que le llevó a visitar la cuarta exposición impresionista con sólo 15 años. Rewald cuenta que, al verle tomar bocetos de una obra de Degas, Gauguin le expulsó de la muestra gritándole «¡Aquí no se copia!»
Esta muestra le causó un gran impacto que le espoleó para seguir estudiando la obra de Monet y su grupo. Esta necesidad de mantener a toda costa su libertad creativa, le llevó a ser uno de los promotores de la Sociedad de Artistas Independientes, en 1884, cuando conoció a Seurat que sería a partir de entonces su amigo.