La crisis de la Monarquía Absoluta se produce en España en el contexto de la Revolución Francesa, que inicialmente provoca la guerra con Francia y después la paz y la alianza, con el fin de mantener el bloqueo continental e invadir Portugal, aliada de los ingleses.
Por este acuerdo, España permitía que el ejército francés pasara por territorio español y aportaba un cuerpo de ejército para que luchara bajo las órdenes de Napoleón. Así, las tropas napoleónicas penetraron en España y se instalaron en las principales ciudades españolas y a lo largo de la frontera portuguesa.
Al mismo tiempo, Fernando, heredero al trono y príncipe de Asturias, encabezaba una conspiración para derribar a Manuel Godoy, favorito de la reina y primer ministro, y conseguir la corona de su padre. Pese a ser descubierta, la popularidad de Fernando aumentó, así como las esperanzas puestas en él para resolver la grave crisis económica que atravesaba el país. Creció la sospecha de que las tropas francesas pretendían la ocupación militar de España.
El 17 de marzo de 1808, los sectores partidarios del príncipe promovieron el motín de Aranjuez contra Godoy, que fue detenido y pudo salvarse de las iras populares gracias a la intervención del monarca. Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII, noticia que fue recibida con alegría en todo el país. Pero Napoleón aprovechó la división y las intrigas cortesanas para apropiarse del trono español y convertir el país en una pieza más de su imperio. |