Después de la breve experiencia liberal, los últimos años del reinado de Fernando VII (1823-1833) supusieron una etapa de intensa represión durante la cual los más destacados liberales fueron ejecutados. Escandalizado, el duque de Angulema, al mando de las tropas francesas, ordenó su retirada para no colaborar con la represión.
El ministro Calomarde y los Tribunales de fe Diocesanos, que sustituyeron a los de la Inquisición, se encargaron de los juicios y ejecuciones. Riego fue ahorcado. Muchos liberales consiguieron escapar y se exiliaron en Inglaterra.
Una vez recuperado el poder absoluto, Fernando VII declaró nulos todos los actos de gobierno realizados durante el Trienio liberal. Se iniciaba la que se llamó Década ominosa, en la que España se retrasó con respecto a los avances que el resto de Europa estaba experimentando.
De hecho, no se resolvió la desesperada situación económica por la que pasaba el país, agravada por la pérdida de las colonias y por el enorme déficit público, sólo paliado con nuevos endeudamientos y concesiones a la burguesía, que terminaría imponiendo sus soluciones tras la muerte del rey. |