La cercanía de Franco a las potencias del Eje y el carácter fascista de su régimen, le acarrearon una condena internacional al terminar la II Guerra Mundial. El aislamiento hacía difícil la supervivencia del franquismo.
La autarquía económica pasó a convertirse en una necesidad. La posguerra trajo privaciones para la mayoría de los españoles (especialmente para los vencidos) y se alargó mucho tiempo.
El régimen presentó el aislamiento como el resultado de una conjura contra España e introdujo cambios para dar una apariencia más aceptable ante la comunidad internacional.
Pero fueron las nuevas condiciones marcadas por el inicio de la Guerra Fría las que salvaron la continuidad de la dictadura. En pocos años, el régimen reestablecía sus relaciones diplomáticas, firmaba acuerdos con EE UU y el Vaticano y entraba en organismos internacionales. La culminación fue el ingreso en la ONU en 1955.
La oposición -después de la terrible represión que siguió a la guerra- se fue reorganizando y diversificó sus formas de lucha contra la dictadura.
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