Tras la victoria del Frente Popular (febrero de 1936), la perspectiva de cambios radicales introducidos por la República acentuó el temor de sectores del ejército y las fuerzas políticas más conservadoras y reaccionarias.
Un grupo de militares (entre ellos, los generales Mola, Goded, Fanjul, Orgaz y Varela) comenzó los preparativos de una sublevación militar contra el Gobierno republicano. Mola, desde su destino en Pamplona, actuó como “el director”, coordinando sus aspectos fundamentales. La insurrección fue apoyada -directa o indirectamente- por la mayoría de los partidos de derechas, entre los que destacaron los carlistas y Falange.
Curiosamente, el general Franco -que acabaría por encabezar el ejército sublevado- fue de los últimos en comprometerse.
La insurrección se inició en Melilla el 17 de julio. El Gobierno de Casares Quiroga fue incapaz de reaccionar. A partir del día 18 de julio, la sublevación se fue extendiendo a la Península, las Canarias y las Baleares. El hecho de que fracasase en parte, desató el enfrentamiento armado que conocemos como la Guerra Civil española.
España quedó partida en dos. A un lado quedaron los partidarios de la República. Al otro, los militares sublevados y sus seguidores. |