Edouard Manet es uno de esos pintores difíciles de encasillar en un estilo. Fue un gran innovador por los temas que elegía y por el tratamiento pictórico que les daba. Supo combinar de un modo original la influencia de los grandes maestros de la tradición con temas contemporáneos que le llevaron a ser considerado por Baudelaire como «el pintor de la vida moderna».
En nuestro estudio del estilo de Manet y de su influencia comenzaremos con una introducción, y posteriormente analizaremos algunas obras representativas: La merienda campestre, Olimpia, Monet pintando en su estudio flotante, y, por último, Bar del Folies-Bergère.
Aunque se le suele considerar como un claro precursor del Impresionismo, la relación de Manet con los pintores de este grupo no deja de tener contradicciones. Por ejemplo, nunca participó en las exposiciones organizadas por los impresionistas, aunque durante una época se reunía con frecuencia con ellos en el café Guerbois, y llegó a ser considerado por la revista Les Contemporains como «el Rey de los Impresionistas». Siempre mantuvo una buena relación de amistad con Monet, Renoir, Degas, Pissarro, Sisley..., pero el afán que mantuvo a lo largo de su vida por conseguir reconocimiento en los círculos artísticos oficiales representados por el Salon le llevó a no participar de las mencionadas exposiciones impresionistas.