Tema
En la obra se muestra a una camarera atendiendo a un cliente en uno de los bares del local. La modelo que posó en el estudio del pintor para la figura principal era una auténtica camarera de este conocido local del barrio de Montmartre llamada Suzon.
Lo real en
Bar en el Folies Bergère
Manet
Lo irreal en
Bar en el Folies Bergère
Manet
Ilusión y realidad
La camarera es, junto con la naturaleza muerta que hay sobre el mostrador de mármol blanco, lo único real que aparece en el cuadro: todo lo demás (el animado ambiente del local de variedades y la figura del cliente) son reflejos en el espejo del fondo.
Llama la atención la distorsión deliberada que introduce Manet en los reflejos: sólo se podría ver la espalda de la camarera reflejada si el espejo estuviera oblicuo repecto a la barra, pero el marco del espejo está perfectamente paralelo respecto al mostrador. Además, si los reflejos siguieran las leyes ópticas, el cliente sólo sería visible de espaldas, más acá del mostrador. Quizá la ausencia deliberada del cliente y su única aparición en el reflejo sea un recurso de Manet para sumergir al espectador en el cuadro, suplantando al cliente, de forma similar al empleo del espejo que hace Velázquez en Las Meninas para hacer aparecer a los reyes reflejados en el espejo, o al recurso empleado por Van Eyck en su Matrimonio Arnolfini para dotar de profundidad a la obra.
Fragmento de
Bar en el Folies Bergère
Manet
Detalles
Quizá la naturaleza muerta con algo de fruta con botellas de champán, crema de menta y cerveza sea lo único que aporte algo de humanidad y calidez a la obra.
Fragmento de
Bar en el Folies Bergère
Manet
Interpretación
La camarera Suzon aparece con una expresión de indiferencia que contrasta con el bullicio de la gente que se divierte. Al parecer el Folies-Bergère también era un lugar donde, en palabras del escritor Guy de Maupassant las camareras «maquilladas hasta las cejas, vendían bebida y amor». Quizá esto último sea lo que busque el cliente del reflejo del espejo, por lo que se puede interpretar la obra de Manet como una crítica a la frialdad y crueldad de la vida moderna.