Tema
En la Olimpia, nos encontramos de nuevo ante otra muestra de la peculiar y brillante capacidad de Manet para unir un tema moderno con la tradición clásica. En la escena aprece una mujer desnuda, probablemente una prostituta de lujo, recostada en un diván, a la que trae un ramo de flores una sirvienta negra. A los pies de la mujer desnuda, hay un gato negro. El hecho de que aparezca una mujer desnuda (la modelo había sido, de nuevo, Victorine Meurent) no era particularmente escandaloso. En efecto, en el Salon de ese año había triunfado una sensual Venus (del pintor Cabanel) que se desperezaba completamente desnuda. Lo que provocó la indignación del público asistente al Salon fue que se tratara de una mujer normal y corriente, que nada tenía que ver con la mitología.
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Fragmento de Olimpia
Manet
Nótense los contrastes de colores
Composición
La composición recuerda de inmediato las majas de Goya y, muy claramente la Venus de Urbino de Tiziano (que había podido conocer en un viaje a Italia). Igual que en La merienda campestre, destaca el contraste de colores: la claridad de las telas del diván y la piel desnuda, por un lado, y el fondo oscuro con cortinajes verdes, por otro.
Fragmento de Olimpia
Manet
Nótense los contrastes de colores
Iluminación
La iluminación que utiliza Manet en la obra también es semejante a la de La merienda campestre, con una potente luz frontal que ilumina al personaje principal y no admite sombras. Se trata, sin duda, de una influencia de las estampas japonesas que empezaban a ponerse de moda. La misma influencia se reconoce en el mantón oriental sobre el que yace la protagonista.
Fragmento de Olimpia
Manet
Nótese el ramo de flores y el gato negro
Detalles
Había algunos detalles que levantaron suspicacias: en la Venus de Urbino de Tiziano la mujer tiene una actitud sumisa y dócil, con un perrito recostado a los pies como símbolo de la fidelidad conyugal. Sin embargo, en la Olimpia de Manet la mujer mira con descaro y altivez al espectador, como interrogándole sobre sus propios pecados, y con un gato negro a sus pies, símbolo del mal, de libertad, de lascivia.
Por otra parte, el ramo de flores que sostiene la sirvienta negra (cuya cabeza parece querer confundirse con el fondo) posiblemente sea de algún cliente perteneciente a la burguesía (como los visitantes habituales del Salon) que tal vez espere tras los cortinajes verdes...