Esta obra la pintó Seurat en la última etapa de su vida, y según parece no llegó a concluirla. Fénéon sugiere que esto se puede apreciar en que hay amplias zonas del lienzo en las que los contornos apenas se han esbozado con pequeñas pinceladas de azul.
En esta obra es llamativo el uso que hace Seurat de las líneas curvas, con un claro predominio de las horizontales (a excepción de la gran puerta que aparece arriba a la derecha). Para entender el uso que hace Seurat de horizontales y verticales, así como la elección de colores de esta obra, es significativo el siguiente texto, dictado por Seurat a sus biógrafos:
«Línea es la dirección en relación con la horizontal. Todas estas armonías se clasifican en armonías del reposo, del júbilo y de la tristeza. El júbilo surge en el tono cuando predomina lo claro; en el color cuando predomina lo cálido, en la línea con el movimiento que se alza sobre la horizontal. El reposo aparece cuando lo oscuro y lo claro se equilibran.»
Según este punto de vista expuesto por el mismo Seurat, está claro que ha compuesto su En el circo siguiendo un estudiado plan en el que los tonos claros y colores cálidos que predominan no tienen una función accidental: buscan transmitir el júbilo, la alegría del espectáculo circense. Lo mismo sucede con las curvas dispuestas sobre la vertical, como la acróbata sobre el caballo, el saltimbanqui o el maestro de ceremonias.
El marco que pinta Seurat en los bordes aparece también en otras de sus obras (como en Una tarde de domingo en la Grande Jatte) y su función es la de resaltar el contenido enmarcado mediante el uso de colores complementarios (el contenido es anaranjado, y el marco azul marino).
Esta obra se expuso (aún estando inconclusa) en el séptimo Salón de los Independintes, en 1891. Seurat moriría repentinamente de difteria, a la temprana edad de 31 años antes de que concluyera esta muestra.