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El fuego en Roma |
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Acerca de la significación del fuego entre los romanos, es ciertamente reveladora la ancestral tradición del culto a Vesta, diosa del hogar, cuya estrecha unión a Roma se atribuía a Eneas, quien al huir de Troya no sólo habría salvado y llevado consigo a los penates sino también al propio fuego del hogar.
Objeto de veneración en cada casa romana, gozaba además de un templo público, situado en el Foro entre las colinas del Capitolio y el Palatino, aunque en su interior no se alzaba como era costumbre en los santuarios dedicados a otras divinidades una estatua de la diosa, sino un hogar donde ardía la llama incesante de un fuego atendido y protegido por las sacerdotisas dedicadas a su culto, doncellas vírgenes conocidas bajo el nombre de Vestales.
De fuego del hogar a fuego sagrado de la comunidad de Roma, que, como símbolo de eternidad, con el tiempo iría parejo al desarrollo del Imperio.
Y del fuego simbólico que representaba a Vesta, diosa del hogar, al fuego que, a través de potentes hornos, calentaba el aire por recovecos subterráneos, gracias a un avanzado sistema de hipocausta, a las estancias de domus y termas, con el fin de caldear los espacios destinados al hábitat o al baño.
Con otra función, el fuego en hornos para la elaboración del pan, como los conservados en Pompeya, que en el Imperio cuecen el fruto de la distribución de la annona, aquella que nutre y tranquiliza los ánimos de una gran parte de la población.
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