Desde las últimas décadas del siglo XIX, los gobernantes impulsaron cambios y reformas con el objetivo de recortar el atraso de Rusia frente a las naciones industriales de occidente. Pero se caracterizaron por ser limitadas y no cuestionar el sistema político dictatorial de los zares. Los principales cambios fueron:
- La abolición de la servidumbre en 1861.
- El comienzo de la industrialización, muy dependiente del capital extranjero y concentrada en núcleos determinados del país (Ucrania, Bakú, orilla oeste del Mar Caspio, Moscú y San Petersburgo).
- Un crecimiento notable de la población. En 1900, había 132 millones de habitantes en todo el Imperio.
A pesar de todo, a comienzos del siglo XX, Rusia seguía siendo un país atrasado económica y socialmente. La inmensa mayoría de la población estaba constituida por campesinos pobres y en los localizados centros industrializados los obreros vivían en penosas condiciones. Le seguía una clase media de propietarios rurales (kulaks) y profesiones liberales. Y en la cúspide del sistema social, una burguesía enriquecida por la explotación minera e industrial y una minoría de aristócratas latifundistas.
El sistema político seguía siendo autocrático. El poder lo ocupaba el zar Nicolás II, de la dinastía Romanov, hombre de personalidad débil. Para facilitar el dominio sobre un país tan extenso y con un sistema social tan injusto, la Iglesia ortodoxa predicaba la sumisión al zar y la resignación. El zar gobernaba por decreto y se valía de una policía política (la Ochrana) para perseguir a los enemigos del sistema.
A pesar del inmovilismo político y del atraso social, varios acontecimientos serán el germen de los movimientos revolucionarios de 1917. |