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El primer control del fuego |
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2. Repercusiones |
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A tenor de los hallazgos que documentan los indicios más antiguos de empleo del fuego y su difusión, el control del fuego podría haber sido decisivo en la adaptación que el, denominado a partir de su migración, Homo erectus protagonizó en Eurasia, ya que sin el calor y la luz del fuego parece improbable el asentamiento en algunas áreas, especialmente durante las épocas de frío intenso.
Pero, junto a la movilidad espacial, el dominio del fuego en el Paleolítico también convirtió el hogar en centro de la vida social del grupo, promoviendo el estrechamiento de los lazos entre los miembros de la familia y del clan al favorecer el establecimiento de los primeros campamentos organizados, al aire libre o en cuevas, y una cierta organización del espacio destinado al hábitat temporal.
Su empleo en el cocinado de los alimentos debió evitar enfermedades derivadas del consumo de algunos alimentos crudos y supuso el enriquecimiento de la dieta alimenticia al facilitar las labores del despiece y troceado de la carne.
En estrecha conexión con este fenómeno, los grandes músculos de las mandíbulas, necesarios en origen para la masticación de enormes piezas de carne, fueron experimentando un proceso de atrofia y disminución, que traería como consecuencia la paulatina pérdida de peso de la cabeza y, ante semejante transformación, la posibilidad de permanecer más erguido.
Además los avances en el procesado y conservación de los alimentos liberaron en cierto modo a los grupos humanos de la obligada e inexcusable salida diaria en busca de abastecimiento, mientras los efectos de su iluminación prolongaban el tiempo de la actividad diurna.
Disponibilidad de un tiempo que, al margen de los quehaceres ligados a la estricta supervivencia, pudieron dedicar ya en el Paleolítico Superior a otras actividades, dando lugar al surgimiento de las primeras manifestaciones artísticas.
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