Los monarcas castellanos, desde el siglo XIII, habían puesto sus miras en la costa norteafricana como futura área de expansión, por motivos estratégico-militares, económicos y religiosos.
Tras la conquista del reino de Granada, la vigilancia de la costa norteafricana se hacía más necesaria por las incursiones de los piratas turcos y berberiscos.
Una vez conquistadas las Canarias, los Reyes animaron a la conquista de plazas en el Norte de África. La primera conquista fue Melilla (1497), puerto interesante por su situación estratégica y por ser el lugar donde confluían las caravanas procedentes de Sudán con cargamentos de oro.
Pasaron unos años, los de las guerras de Italia, hasta reanudar la conquista de lugares norteafricanos. Se tomó Mazalquivir en 1505 y Cazara en 1506, ambas ciudades prólogo de lo que fue una gran conquista dirigida por el cardenal Cisneros, la ciudad de Orán (1509). Un año después se ocuparon las ciudades de Bugía y Trípoli.
Las conquistas no consiguieron el objetivo inicial, pues la actividad de los piratas continuó durante décadas. |