La nobleza representaba entre el 2 y un 6% de la población europea, de diferente posición y rango. Mantenían señoríos feudales con poder jurisdiccional sobre ellos.
Lo que verdaderamente caracterizaba a la nobleza es el hecho de su nacimiento, de donde provenía su superioridad. Pero había grandes diferencias dentro del estamento, según se tratara de nobleza cortesana o nobleza provincial, esta última más apegada a tradiciones y también menos dispuesta a concesiones.
La nobleza disfrutaba de privilegios de carácter honorífico y exenciones en el pago de muchos tributos, aunque tenía la obligación de cuidar los caminos y alojar a las tropas. Eran los propietarios de la mayoría de las tierras y señoríos y, con ello, de los derechos feudales.
Junto a la vieja nobleza de nacimiento (cortesana o provincial) estaba la nobleza de toga, concedida a título personal (después se hará hereditaria) en recompensa por servicios prestados al monarca o venta de funciones públicas. Se trata de nobles que proceden de la alta burguesía y con gran patrimonio económico. Durante mucho tiempo, la nobleza de toga fue despreciada por la vieja nobleza pero a partir del siglo XVIII ambos grupos se fusionan mediante matrimonios en los que tiene un peso importante el atractivo de la dote. |