El influjo de las ideas y doctrinas de la Ilustración en las cortes europeas dio lugar a un nuevo sistema político, el Despotismo ilustrado, en el que el grupo de ministros que rodeaba al rey cobró un gran protagonismo, en contra, a veces, de otros grupos nobiliarios y clericales más conservadores.
Algunos monarcas como Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia, José II de Austria y Carlos III de España, con arreglo al nuevo concepto político, tendieron a gobernar en beneficio del pueblo, procurando elevar su condición social y económica mediante reformas que favorecían los intereses generales y la educación e ilustración del pueblo y de todo el país.
Esta política se realizaba desde el poder (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”) y sus propuestas más significativas eran: la centralización del Estado, la supresión de jurisdicciones de la nobleza y la Iglesia, la mejora de la instrucción pública y el desarrollo económico y social. Sin embargo, las contradicciones económicas y sociales del Antiguo Régimen lanzaron a las masas hacia el estallido revolucionario. |