El absolutismo es el sistema por el cual todos los poderes deben estar concentrados en el monarca. De él deriva la soberanía, y el poder del monarca absoluto está por encima de la ley, aunque obligado a hacer justicia y respetar los pactos con su pueblo (Bodin).
Según Hobbes, el poder debe estar concentrado para evitar las luchas entre los hombres y la anarquía. Para Bossuet, el monarca tiene el poder porque lo recibe directamente de Dios (teoría del Derecho Divino de los reyes).
Entre las monarquías absolutas destacó la francesa, cuyo rey Luis XIV fue el más claro exponente del absolutismo: que consiguió resolver los conflictos internos de Francia y concentrar en su mano todo el poder del Estado (L´Etat c´est moi – “El Estado soy yo”).
El Rey, en el ejercicio del poder, es asistido por:
- Los Secretarios y Ministros especializados en distintas tareas, cuyo poder es relativo ya que dependen del poder real.
- Los Consejos, con poder consultivo.
- Las Instituciones representativas de la población del reino (Estados Generales, Cortes, Dietas…). En los Estados Generales franceses estaban representados los tres estamentos aunque su papel era mínimo: nombrar el heredero a la corona y aprobar los impuestos. Cada estamento tenía derecho a un voto.
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