Luis XIV se convirtió en el monarca más poderoso de Europa, tanto por sus intervenciones en la política exterior, como por haber representado el máximo poder que un monarca podía reunir, el poder absoluto que le habría llevado a afirmar “el estado soy yo”, frase que probablemente nunca pronunció, pero que le fue atribuida por sus enemigos políticos. Sí parece cierto que a su muerte dijo: "Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá".
Sus primeros años en el trono fueron tumultuosos, pues tuvo que hacer frente a rebeliones de la nobleza, conocidas como la Fronda, porque los nobles no querían participar en el pago de impuestos ni querían perder poderes que iba asumiendo cada vez más el monarca en el proceso de centralización que se había iniciado ya en tiempos de su padre. Fue al entrar como ministro Colbert cuando las finanzas de Francia mejoraron, sin necesidad de hacer pagar impuestos a la nobleza y el clero (que estaban exentos desde la Edad Media). El impulso económico del colbertismo o mercantilismo, hizo de Francia un país más fuerte económicamente.
Al contrario que su padre y otros monarcas de su tiempo, Luis XIV no se dejó influir por ministros o validos, sino que desde muy joven, tras la muerte del cardenal Mazarino, decidió llevar personalmente el gobierno. Su acumulación de poderes llevó a identificarle con la forma de gobierno, el absolutismo. |