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Las democracias y el ascenso de los totalitarismos. |
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Nazismo alemán - De los orígenes a la conquista del poder |
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El final de la Guerra fue especialmente duro para Alemania. Inmersa en una crisis económica, desmoralizada por la derrota, se sintió muy humillada por las condiciones de la paz de Versalles: perdió sus colonias, fue parcialmente desmilitarizada y, sobre todo, tenía que pagar las reparaciones de guerra. Alemania también vivió intentos de revolución socialista (república socialista en Baviera, movimiento de los espartaquistas, etc.), que acabaron siendo derrotados.
En ese clima tan propicio de crisis y humillación nacional dio sus primeros pasos el nazismo. Su líder indiscutible fue Adolf Hitler, al frente del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista (NSDAP). Como en el caso del fascismo italiano, mezcló hábilmente el discurso nacionalista con promesas de cambio social profundo. Y también practicó la violencia sistemática contra aquellos que consideraban traidores a la nación.
Siendo todavía un grupo pequeño, en 1923 intentó tomar el poder con apoyo de los militares: el “putsch de la cervecería” en Múnich. Hitler fracasó y fue a la cárcel. Allí escribió Mein Kampf (“Mi lucha”), donde expuso su visión del mundo y su programa. Era muy similar al del fascismo italiano pero resaltaba especialmente el antisemitismo. Sus aspectos fundamentales eran los siguientes: |
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La crisis de 1929 hundió la economía alemana. Se disparó el número de parados. La idea de una posible revolución comunista volvió a cobrar fuerza. Los grandes capitalistas empezaron a apoyar al Partido nazi, que experimentó un gran crecimiento, al presentarse como la solución de los problemas mediante un gobierno fuerte y autoritario.
En las elecciones de 1932 obtuvieron el mayor número de votos, aunque sin mayoría absoluta. Y en enero de 1933, Hitler era nombrado canciller mediante un pacto con los sectores conservadores. En apenas un año, había implantado su dictadura: el Tercer Reich. |
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