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Cobre |
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El desarrollo de la civilización urbana en la Baja Mesopotamia a finales del IV milenio a.C. y la consolidación de la sociedad excedentaria aumentaron las necesidades de materias primas y la organización y control de auténticas redes comerciales que garantizaran el suministro, entre otros, del cobre.
Fundamental asimismo para la metalurgia del bronce, con amplio desarrollo hasta los inicios del I milenio a.C., las fuentes escritas mencionan su procedencia anatolia, de gran tradición a lo largo del Neolítico, refiriéndose a las rutas que remontaban aguas arriba los cauces fluviales de los ríos Éufrates y Tigris y proseguían por vía terrestre con la ayuda de onagros que tiraban de carros con cuatro ruedas macizas y, después, de asnos, el animal de carga por excelencia; mientras a comienzos del III milenio se documenta una nueva ruta en dirección hacia el litoral del Golfo Pérsico con destino a Omán, el Magán de los escritos sumerios posteriores.
En esta zona han sido halladas cerámicas mesopotámicas del tipo Yemdet Nasr, que evidenciarían el intercambio recíproco, arrojando luz sobre un tema tan controvertido como el género de las exportaciones mesopotámicas.
A este respecto, los excedentes agrícolas que habían generado un grado de desarrollo tal como para acelerar la transición de las antiguas aldeas neolíticas hacia la civilización urbana han sido tradicionalmente mencionados como las reservas destinadas al intercambio de metales, por ejemplo, con Anatolia; pero en la actualidad se sospecha que lejos de servir como objeto de intercambio directo, los excedentes contribuyeron a este comercio, en tanto en cuanto, componían el aporte alimenticio de todos aquellos estratos de la sociedad implicados bajo el control del estado en la producción de manufacturas como la cerámica o el tejido, los auténticos productos destinados al intercambio. |
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