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Lapislázuli |
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El origen del lapislázuli se sitúa en Afganistán y siempre gozó, como una de las principales materias de prestigio, de gran interés en los intercambios.
Como el estaño debió llegar a las ciudades sumerias de la Baja Mesopotamia a través de la intermediación elamita hasta la nueva política del reino acadio, cuyas repercusiones últimas habrían provocado un receso en la afluencia del lapislázuli.
Esta situación cambió durante el Bronce Final en el Próximo Oriente, que abarca un período entre 1.600 y 1.200 a.C., a juzgar por la difusión de los hallazgos y la propia documentación de la época.
A ello contribuyó el nuevo panorama internacional, basado en el equilibrio de grandes potencias, como el Imperio Nuevo de Egipto, el reino hitita, el reino asirio, el estado hurrita de Mitanni, la Babilonia cassita y los principados micénicos, que figuraban ejerciendo a veces una cierta soberanía sobre otro grupo de pequeños estados, por cuya influencia se vieron inmersos en distintos conflictos.
No obstante, al margen de éstos, ninguna de estas potencias de primera fila consiguió una hegemonía decisiva y, dado su igual rango, el período se caracterizó asimismo por épocas de cooperación y amistad, que aparecen reflejadas en las intensas relaciones diplomáticas y comerciales.
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