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Aceite |
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Probablemente el aceite, fue después del trigo norteafricano que a través de la annona imperial abastecía de alimento al ejército y a la población de Roma, una de las mercancías de mayor incidencia en el comercio interior y exterior del Imperio Romano.
Su comercio, que seguía las directrices generales, estaba en manos del estado y tenía como punto de destino Roma, desde donde se procedía a la distribución en diferentes direcciones. Coincidían, por tanto, en el transporte comercial diversos medios de transporte que seguían en principio vías terrestres, rutas marítimas y, de nuevo, otros itinerarios por tierra o por agua a través de cauces fluviales o travesías marítimas y finalmente distintas vías hasta su destino definitivo.
Fundamentalmente en virtud de las vías de comunicación, una extensa red de calzadas que contaba con la reutilización y pavimentación de antiguos caminos indígenas y el trazado de nuevos tramos, así como el dominio en la navegación fluvial y marítima.
No obstante, el estado solía recurrir a medios de transporte privados, proporcionados por comerciantes y hombres de negocios – los navicularii – que figuraban agrupados en corporaciones o collegia, bajo la protección del estado, de cuyas delegaciones portuarias todavía se conservan restos arquitectónicas muy significativos en Ostia, el principal puerto de Roma. |
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