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Hemos de partir del término con el que se encabeza este tema: intercambios. En efecto, el comercio de productos en todo tiempo es siempre un intercambio, es decir un vaivén, un trasvase material en, al menos, dos direcciones (en ocasiones se complica más aún). En estos siglos modernos en los que se produce la extraversión europea, en los que en unos decenios se integran mares y continentes en una frágil pero ya irreversible malla. Los hilos de esa red se tejen con variados materiales y, posiblemente, los más abundante, los más resistentes, son los hilos de las vías comerciales, algunos de ellos más gruesos al darles mayor consistencia los productos que llevan –por su número o su condición estratégica-.
Así pues, si en algunos productos y rutas hemos de fijarnos en este período es en los de larga distancia. Y, quizá por más significativos, entre ellos los americanos, por lo que significa el comercio atlántico, y las especias, por lo que implica de motor, casi idealizado, la búsqueda de las rutas de la Especiería. Gracias al comercio de ultramar se realizó la acumulación de capital de los grandes hombres de negocios de esta época. Aunque no hay que olvidar que al gran comercio de los países importadores escapó la redistribución por Europa de esos productos. |
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