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MEDIEVAL |
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1.1 Árabes |
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"Dios
es Quien ha sujetado el mar a vuestro servicio para que las naves
lo surquen a una orden Suya para que busquéis Su favor"
Corán, Sura 45, Aleya 12
Una vez que los árabes conquistaron Alejandría en el 642, el faro vería pasar a los barcos de la armada islámica, empeñados en un objetivo: conquistar Constantinopla, y así desplazar del dominio del Mediterráneo oriental a los bizantinos.
Solo el mar era la ruta posible para atacar a una ciudad tan bien amurallada. En los años 668-669 y entre el 674 y el 678, los árabes lo intentaron por primera vez. Hicieron un segundo intento con un asedio espectacular durante un año entero, de agosto del 717 a agosto del 718. En ambas ocasiones el fuego griego salvó a los bizantinos.
Estos dos poderes enfrentados en los siglos VII y VIII pasarían después
por vicisitudes complejas que les llevaría a tener momentos de alza
y momentos de baja. No faltaron conflictos o ataques navales, pues
los árabes no cesaron en su empeño de debilitar al Imperio bizantino,
y entre los siglos IX al XII se fueron apoderando de algunas islas
mediterráneas o al menos lo intentaron (Creta, Sicilia, Córcega, Cerdeña,
Baleares, Corfú). Por otra parte en esos mismos siglos, otro pueblo
llegaba al Mediterráneo, los normandos, que tras saquear algunas zonas
de las costas del Sur de Francia e Italia, se apoderaron del Sur de
Italia y de la isla de Sicilia, donde fundaron un reino en el siglo
XI.
Sicilia fue uno de los escenarios del Mediterráneo que más atrajo la atención en todos los tiempos. Su posición en el centro de este mar la convertía en atalaya apetecida por todos. Los romanos la perdieron a manos de los vándalos. Después se la disputaron los bizantinos y los árabes, hasta que llegaron los normandos. Más adelante entrarían en acción los aragoneses, quienes a finales de la Edad Media intentaron controlar el espacio del Mediterráneo Occidental, y consiguieron dominar Sicilia y el Sur de Italia.
La orilla africana del Mediterráneo occidental era consciente del peligro que corría y a lo largo de la costa se fue instalando un sistema de vigilancia y defensa, que si nunca tuvo las dimensiones monumentales del faro de Alejandría, estructura vertical, fue posiblemente mucho más eficaz, pues como lar estructura horizontal, tenía posibilidades de divisar un espacio marino muy amplio.
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