El proceso de romanización fue lento y desigual. Se desarrolló de manera distinta dependiendo de las áreas ocupadas de la Península, y dependiendo también del momento político de los ocupantes. Así fue distinta en la zona ibera y en la celta. Y fue distinta durante la época de la República y la época del Imperio.
Para conseguir el proceso de asimilación cultural, la República y luego el Imperio romano llevó a cabo una organización administrativa a varios niveles. Por un lado dividió lo que era la diócesis de Hispania, es decir, toda la península Ibérica, en provincias, que le permitieran un mejor control del territorio.
Junto a la división provincial se fue promoviendo una política de construcción de ciudades, que eran el esqueleto que mantenía el extenso imperio romano de manera eficaz.
En el proceso de romanización hay que destacar los aspectos que la cultura romana aportó al territorio peninsular, en concreto el legado cultural que se manifiesta en aspectos tan esenciales como las obras públicas y la lengua. |