Los visigodos habían sido cristianizados mucho antes de llegar a la Península Ibérica. En el tiempo en que permanecieron en el Este de Europa, al noroeste del mar Negro recibieron el bautismo de la línea arriana del cristianismo. Eran, pues, cristianos arrianos los que formaron el reino visigodo de Toledo. Las diferencias doctrinales entre el cristianismo católico oficial y el cristianismo arriano (que no aceptaba el misterio de la Santísima Trinidad, ni que Jesucristo tuviera dos naturalezas, una divina y otra humana) llevó a conflictos religiosos dentro del reino. En su interés por acabar con esa división, el rey Recaredo decidió abandonar el arrianismo y aceptar el catolicismo. Su conversión se hizo de forma pública en el Tercer Concilio de Toledo del año 589. Era la forma de extender la noticia a todo el reino que, siguiendo la costumbre de que la religión del pueblo había de ser la religión de su rey, iría poco a poco abandonando el arrianismo.
Los intentos del reino visigodo por conseguir la unidad tuvieron éxito. Sin embargo, el reino tuvo que hacer frente a los problemas que planteaba una monarquía electiva, en la que los nobles elegían a uno de ellos para ser el monarca. El rey visigodo era un primus inter pares (el primero entre iguales), y para ser elegido tenía que recurrir en ocasiones a los apoyos de grupos de nobles que después exigirían recompensas.
El problema de la forma de elegir el rey estuvo presente en los debates de los Concilios de Toledo. Estos concilios podrían considerarse como una de las instituciones más importantes del reino visigodo. Aunque se consideran una institución eclesiástica, a los concilios de Toledo no solo asistían prelados o autoridades de la Iglesia, sino también el rey y la nobleza. En estos concilios, después de tratar de temas religiosos, se debatía sobre los asuntos de la vida política del reino. En ellos se elaboraban las leyes del reino, se debatía sobre las condiciones del monarca y se marcaban las pautas por las que se había de regir el reino. Por ello no se pueden considerar asambleas solamente religiosas, pues no había otro lugar más importante donde se tomaran decisiones respecto a la política del reino. |