El problema sucesorio español alteró la política europea del momento. Un primer intento de Prim de elegir a un príncipe alemán causó la suspicacia francesa y la Guerra Franco-prusiana.
A finales de octubre de 1870, Amadeo de Saboya, duque de Aosta, aceptó la corona española, tras el consentimiento de las potencias europeas y la aprobación de las Cortes españolas.
La llegada de Amadeo a España se produjo en un ambiente tenso debido a que el general Prim, el principal apoyo del nuevo rey, había sido asesinado tres días antes. Al llegar a Madrid, el 2 de enero de 1871, antes de jurar la Constitución, Amadeo visitó el cadáver de Prim en la basílica de Atocha.
Por su parte, las casas aristocráticas cerraron sus puertas al rey, y el día de la apertura solemne de las Cortes tuvieron el gesto despreciativo de permanecer cubiertos al paso de la comitiva regia y de no poner iluminación ni colgaduras en sus balcones.
De la Regencia se pasó a un gobierno de coalición formado por Sagasta, Ruiz Zorrilla, Moret, Martos, Ayala y Berenguer. Este gobierno preparó unas elecciones en las que los republicanos obtuvieron triunfos significativos en las ciudades más importantes.
Los resultados electorales dieron el pretexto a los carlistas para sublevarse, al creer que esta situación crítica era una oportunidad favorable a sus pretensiones al trono. La rebelión adquirió pronto caracteres de guerra en el País Vasco y Cataluña y el pretendiente carlista entró en España, aunque tuvo que regresar temporalmente a Francia, tras firmarse el convenio de Amorebieta.
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