Durante la época isabelina, y coincidiendo con la industralización, se creó un incipiente movimiento obrero en Cataluña, que actuaba junto al resto de clases populares urbanas contra la carestía, determinados impuestos o contra las quintas. En 1864 se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) que contó con algún representante español.
Desde 1868, el movimiento obrero cobró un enorme impulso con la formación de la sección española de la Internacional, a raíz de la llegada a España del diputado italiano Fanelli, miembro de la AIT.
Aunque el primer núcleo se creó en Madrid en diciembre de 1868, será en Barcelona donde más se desarrolle, desde el año siguiente, y predominará la tendencia anarquista, que transitoriamente actuará en alianza con el republicanismo federal. En 1871, la llegada a Madrid de Lafargue, casado con una hija de Marx, contribuirá a la consolidación de la tendencia marxista en la capital.
A lo largo del reinado de Amadeo I, la AIT se extendió por el resto de España, sobre todo por Valencia y Andalucía. Llegará a tener más de 50.000 afiliados y numerosos órganos de difusión escrita (Solidaridad, La Emancipación,...). Celebrará diversos congresos que servirán para aglutinar los diferentes grupos y sindicatos, así como clarificar las diferentes posturas en su seno.
El ejemplo de la Comuna de París, donde la Internacional había sido muy activa, y las agitaciones que promovió, condujeron a la prohibición de la Asociación en 1874.
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