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Elemento purificador |
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1. Castigo del fuego |
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Antes de que el papa Inocencio II en 1252 estableciera el sistema de la represión contra los herejes en la bula Ad extirpanda, otros monarcas europeos ya habían llevado a la hoguera a personas consideradas herejes. El rey de Francia Roberto el Piadoso, hizo quemar por herejía a tres canónigos de la Iglesia de Santa Cruz de Orleans a finales del siglo X, y dos siglos después, el rey inglés Enrique II Plantagenet hizo marcar con hierro candente la frente de los herejes flamencos que huían de la represión de su país.
Desde mediados del siglo XIII, con la bula del Papa citado, y el funcionamiento de los tribunales de la Inquisición, muchos herejes acabaron en la hoguera. Algunos fueron muy famosos, como los templarios que acusados de prácticas de sodomía fueron castigados por el monarca francés Felipe IV, a comienzos del siglo XIV, a ser quemados en la hoguera.
Si el caso de los templarios fue famoso en Francia, otro caso ganó más notoriedad, el de la doncella de Orleáns, Juana de Arco. Acusada de bruja, fue llevada a la hoguera por ser acusada de prácticas extrañas que permitieron avanzar al monarca francés, desesperado en su lucha contra los ingleses que le arrebataban el trono.
Muchos de los castigados con el fuego no eran realmente ni herejes ni brujas, sino personajes cuyos intereses eran contrarios a los del grupo de poder, que les castigaban como medio de quitarse del medio a un enemigo o apoderarse de sus riquezas, como hizo el monarca francés con los bienes de los templarios.
Un hereje auténtico que recibió el castigo del fuego fue el inglés Sir John Oldcastle, arretado por el arzobispo de Canterbury bajo la acusación de extender falsas creencias sobre Dios y mentiras sobre la Iglesia. Aunque consiguió huir, Sir John y su grupo, los lolardos continuaron predicando los errores de la Iglesia Católica, lo que valió a Sir John un nuevo arresto. En esta ocasión fue juzgado y condenado al castigo apropiado para los herejes: el fuego. Llevado al sacrificio, fue colgado de los lomos con una cadena de hierro, y quemado vivo en la hoguera.
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