La edición de texto

Ahora que ya sabes dónde localizar y cómo abrir y guardar documentos, es el momento de empezar a centrarte en su contenido. Así que vamos a enseñarte a modificarlos, moverte por ellos y a que practiques quizás la más importante ventaja que proporcionan los procesadores de textos: la edición, o lo que es lo mismo: copiar, cortar, pegar o mover, sin tener que volver a escribir, un texto que ya esté escrito, amén de poder modificar algunas de sus propiedades o atributos (tamaño, color,...).

Aprovecha este consejo: cuando te pongas a escribir un documento utilizando un procesador de textos, de lo único que debes ocuparte, en principio, es de que el contenido del texto sea el que deseas. No es necesario dar el aspecto correcto a la vez que escribes. De hecho, te recomendamos que no lo hagas si esto te va a suponer perder el hilo de lo que estás escribiendo; aunque la presentación sea desastrosa.

Nuestro propósito ahora es que lleves a cabo una serie de operaciones para que, una vez escrito un texto, sepas darle una forma y presentación tales que alcance la categoría de documento.

Para ello tienes dos opciones: o escribes el documento tal y como te lo presentamos más abajo, o aprovechas el que ya te facilitamos...¡HMMMM!...

IDevice Icon

Actividad. Descargar un fichero

¡Vale, lo suponíamos! Localiza y descarga el fichero Documento_01.odt. Como ya supondrás, este archivo contiene texto que alguien escribió previamente y lo guardó con ese nombre. 

Puedes abrirlo, ver su contenido y cerrarlo cuantas veces quieras y no sufrirá ninguna alteración. Es más, vas a modificarlo y volverlo a guardar para recuperarlo y continuar trabajando con él más adelante.


En cualquier caso, deberías ver algo así:

Documento en bruto

Y trabajarás en él hasta dejarlo, más o menos, de esta forma:

Documento final

Conviene que te fijes en que el primer texto no tiene ningún formato especial. Ha sido escrito sin preocuparse de cómo va quedando. En el segundo, ya se ha editado, mejorando la apariencia de alguna de sus partes: se ha formateado la primera línea a un tamaño más adecuado para un título; se le añade una línea de subrayado; se modifican algunos atributos del tipo de letra del subtítulo; se incorporan nuevos elementos, como una letra capital al principio del primer párrafo; se añade color a ciertos textos, etcétera.

En todo caso, la moraleja en la que insistimos es en que el usuario, mientras escribe, no debe preocuparse del estilo o apariencia que va adoptando el texto (salvo que sea estrictamente necesario). Luego, ya con más calma, se formateará el documento con los elementos ornamentales que se deseen.