La primera fase de la conquista romana se inició con la segunda guerra púnica. Los púnicos o cartagineses habían comenzado un enfrentamiento con los romanos por el control de las áreas de influencia comercial del Mediterráneo. Ya habían mantenido una primera guerra púnica, de la que Roma había salido victoriosa. Al ser derrotados, los cartagineses decidieron consolidar su poder en otra zona del Mediterráneo, la Península Ibérica, y por ello una familia poderosa de Cartago, los Barca, se empeñaron en la conquista de Iberia entre los años 237 y 218 a. C.
El choque entre Cartago y Roma se produjo de nuevo en el año 218 a.C. Los cartagineses en su afán de controlar toda la Península, sitiaron la ciudad de Sagunto durante ocho meses, y finalmente la conquistaron, lo que provocó la reacción de Roma que decidió enviar un ejército a la Península. A partir de ese momento comenzó la conquista romana del territorio de Iberia.
Tras la conquista de las tierras del Sur y del Este de la Península Ibérica, los romanos iniciaron una política de expansión. No fue fácil, pues los pueblos indígenas se opusieron con fuerza. Las primeras resistencias se produjeron en las tierras conquistadas, y los principales protagonistas fueron Indíbil y Mandonio, jefes o reyezuelos del pueblo de los ilergetes, que primero se habían aliado con los cartagineses, y luego lo hicieron con los romanos. El desprecio de cartagineses primero y de romanos luego, llevó a esos jefes indígenas a oponerse a los conquistadores, pero fueron derrotados y muertos por ello. |