Durante la Restauración, los regionalismos se convirtieron en incipientes nacionalismos que definían y afirmaban la existencia de distintas nacionalidades dentro de España, fomentando los movimientos culturales que resaltaban la lengua y los valores propios de la región.
Estos movimientos terminaron cuestionando la organización de un Estado centralista y unitario, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, pero también en Galicia y Valencia. El gobierno central no supo responder al descontento creciente de estos nacionalismos periféricos. |