El Desastre colonial alteró poco la política de la Restauración o su economía. Pero sí despertó las conciencias de sus contemporáneos, generando movimientos culturales que tendrían una enorme influencia en las décadas siguientes.
Desde el punto de vista económico incluso fue beneficioso a medio plazo. La posesión de Cuba sólo había sido negocio para unos pocos a costa de cuantiosos gastos para el Estado. Los ajustes hacendísticos de Raimundo Fernández Villaverde, y la repatriación de capitales cubanos (que son el origen de algunos bancos importantes), permitieron la recuperación económica de España al comenzar el siglo XX.
Sin embargo, la pérdida del imperio ultramarino despertó las conciencias de los españoles de la época. Se buscaron las causas de la decadencia de España en el carácter español, en el orgullo heredado de la época imperial, en la incultura. Y un gran grupo de escritores, los regeneracionistas, se entregaron a la tarea de buscar soluciones a la situación, desde distintos puntos de vista. La figura más notoria del regeneracionismo fue Joaquín Costa, que generó el movimiento político de la Liga Nacional de Productores.
La generación del 98 es el nombre que recibe un grupo de escritores que se hicieron eco de esta inquietud. Unamuno, Machado, Baroja, Maeztu, Azorín son algunos de sus componentes. Pero otros muchos artistas podrían considerarse identificados con el espíritu de esa generación del Desastre, como Zuloaga e incluso el primer Picasso. |