Desde las últimas décadas del siglo XIX, en Galicia se fundaron publicaciones que resaltaban las peculiaridades del pueblo gallego y la necesidad de impulsar el desarrollo de esta región. Alfredo Brañas, en su obra El Regionalismo, definía en clave conservadora las principales aspiraciones gallegas. Manuel Murguía lo hacía desde una postura más liberal y Aureliano Pereira con carácter federalista.
El clima creado por estas obras se plasmó en iniciativas políticas como La Asamblea Federal de la Región Gallega (1887), en la cual se aprobó el Proyecto de Constitución para el Estado Galaico. Por su parte, la Asociación Regionalista Gallega, presidida por Murguía, se bifurcará en dos corrientes: una de inspiración liberal, la Liga Gallega de La Coruña, y otra más conservadora, la Liga Gallega de Santiago. Sólo en la segunda década del siglo XX, surgirán formaciones políticas con un discurso más radical: las Irmandades da Fala.
El nacionalismo valenciano tuvo un despertar más tardío. El discurso de afirmación nacionalista comenzó a finales del s. XIX a través de los discursos de Faustino Barberá y de las obras y actividad política de Vicente Blasco Ibáñez. Ambos resaltaban las peculiaridades valencianas y reivindicaban la vuelta de las antiguas instituciones del reino de Valencia, junto a una mayor representación en la vida política nacional.
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